Leópolis (Ucrania), 30 nov (EFE).- El nombramiento de Keith Kellogg como enviado especial de Donald Trump, presidente electo de Estados Unidos, para Ucrania y Rusia ha sido recibido con un cauto optimismo en Ucrania por su apertura al compromiso para poner fin a la fase activa de la guerra.
Sin embargo, el país invadido sigue preocupado por la posibilidad de que pueda quedarse sin suficientes garantías de seguridad y Rusia continúe su agresión, ya que intenta maximizar sus ganancias.
Un plan del que es coautor Kellogg, quien fue jefe de gabinete del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca durante el primer mandato de Trump (2017-2021), congelaría la guerra en las líneas de combate actuales, dejaría a Ucrania fuera de la OTAN y ofrecería más armas a Ucrania y reduciría las sanciones a Rusia a cambio de un acuerdo de paz.
Este nombramiento es una señal positiva para Ucrania, ya que Kellogg se opone claramente a la política de apaciguamiento del agresor, escribe la plataforma de análisis militar ucraniana Frontelligence Insight.
Señala que recientemente el teniente general retirado apoyó los ataques de misiles de largo alcance estadounidenses ATACMS contra Rusia con el argumento de que no hacían sino reforzar la posición negociadora de Estados Unidos.
The Commander of the Air Force, along with the Ministers of Internal Affairs and Energy, provided reports regarding the aftermath of the latest Russian strike targeting our energy infrastructure. In total, approximately 100 strike drones and over 90 missiles of various types were… pic.twitter.com/gClYnks7or
— Volodymyr Zelenskyy / Володимир Зеленський (@ZelenskyyUa) November 28, 2024
Ucrania está más abierta al plan, pero es improbable que detenga a Rusia
A juzgar por las recientes declaraciones del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, Ucrania está abierta a negociar el fin de la fase activa del combate, declaró a EFE Oleksí Melnik, experto en seguridad internacional del Centro Razumkov de Kiev.
Zelenski sugirió a la cadena de televisión británica Sky News en una entrevista publicada el viernes que la fase caliente de la guerra podría terminar si Ucrania fuera invitada bajo el paraguas de la OTAN y que entonces podría trabajar en la devolución de los territorios ocupados por vía diplomática.
Sin embargo, el plan de Kellogg o cualquier otro similar que pueda ofrecer inicialmente Trump no van a detener al presidente ruso, Vladímir Putin, que sigue obsesionado con destruir Ucrania, advierte Melnik.
Cualquier plan que se base en la suposición de que Rusia se contentará con controlar los territorios actualmente capturados o incluso la totalidad de las cuatro regiones ilegalmente anexionadas (Jersón, Zaporiyia, Donetsk y Lugansk, solo parcialmente ocupadas), está destinado al fracaso, subraya.
Para Ucrania, congelar la línea del frente sin la adhesión a la OTAN o sin un escenario coreano, con la presencia de tropas occidentales y la exigencia de una intervención militar en caso de ataque, sería un suicidio, señala Frontelligence Insight.
En cualquier caso, señala Melnik, es probable que Trump tenga que recurrir a un plan B para que Rusia acepte finalmente entablar negociaciones.
Inundar a Ucrania de armas y cortar definitivamente la principal fuente de ingresos de Rusia, sus ingresos por exportaciones de petróleo, sería clave en este caso.
Casi tres años después del inicio de la invasión, Occidente está lejos de haber agotado la influencia que tiene sobre Rusia, subrayó Melnik. EFE
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