Londres, 20 may (EFE).- A mí me gusta el heavy metal, dijo Jürgen Klopp cuando aún dirigía al Borussia Dortmund y el mundo empezaba a preguntarse qué tenía de especial ese hombre de grandes gafas, barba y sonrisa enorme que hacía jugar a su equipo con un futbol de ataque reminiscente de la mejor Alemania y que redibujaba el gegenpressing‘ para acabar con la dinastía del Bayern de Múnich en Alemania y destrozar al Real Madrid de José Mourinho en Europa.
Cuando el Liverpool se cansó de dar bandazos y decidió despedir a Brendan Rodgers, puso la mirada en un Klopp que llevaba varios meses de vacaciones tras decidir por su propia iniciativa dejar el Borussia. Su despedida del muro amarillo fue una imagen que en Anfield Road no querían tener que repetir algún día y que, para su desgracia, tiene ya fecha, porque Klopp se irá del Liverpool a final de esta temporada.
Klopp aterrizó en octubre de 2015 en un Liverpool sumido en el pesimismo de quien lleva ocho años sin ganar la Champions League y 25 sin rozar el título de la Liga Inglesa. Era el Liverpool post Gerrard y Luis Suárez, los que más cerca estuvieron de romper la maldición en esa infausta 2013-2014 del resbalón del capitán.
Que ocho años después de la venida de Klopp y ese primer 0-0 contra el Tottenham Hotspur, el Liverpool pueda vanagloriarse de una Champions, una Premier, una FA Cup, una Supercopa de Europa, un Mundial de Clubes, una FA Cup, una Copa de la Liga y una Community Shield, además de dos finales de Champions perdidas, es en gran parte, -por no decir toda y restarle mérito a Michael Edwards, el arquitecto en la sombra y encargado de los fichajes-, gracias a Klopp.
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La transformación paso a paso
El alemán entendió a la perfección la filosofía de Anfield y la transformó en un futbol de ataque entregado al 4-3-3, con jugadores como Sadio Mané, Mohamed Salah y Roberto Firmino, que formaron el mejor tridente en la historia reciente del club, y centrocampistas como Fabinho, Alex Oxlade-Chamberlain, Jordan Henderson y Georginio Wijnaldum que entendían a la perfección el concepto ‘box to box’.
Tras un octavo puesto en su primera temporada y la derrota en la final de la Europa League ante el Sevilla, tras la espectacular remontada ante su Borussia en cuartos, Klopp fue mejorando poco a poco el Liverpool hasta convertirse en un candidato de verdad en la 2017-2018, cuando la llegada de Virgil Van Dijk en enero, por entonces como el central más caro de la historia, dotó a los ‘Reds’ de una calidad defensiva que no habían tenido hasta entonces.
Con el holandés al mando, el Liverpool llegó hasta su sexta final de la Champions League en 2018, donde los groseros errores de Loris Karius evitaron que pudieran competirle al Real Madrid. No dudaron Klopp y su gente a la hora de reclutar a Alisson Becker, el hombre al que habían eliminado en las semifinales previas al Real Madrid, y con el brasileño en la portería volvieron a la carga.
Esa temporada, la 2018-2019, se vivió el mejor momento en la carrera de Klopp en el Liverpool, la remontada por 4-0 en Anfield después de perder en la ida contra el Barcelona por 3-0. Aquella noche de locura en el templo inglés prácticamente dejó en bandeja el título a los ‘Reds’, que solo tuvieron que pasar por Madrid a recogerlo de manos del maldito Tottenham.
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Real Madrid y Mancester City, culpables
Si Klopp no puede contar en su vitrina con más Champions, fue por culpa del Real Madrid, que no solo les venció en 2018, también en la final de 2022, en los cuartos de final de la 2020-2021 y en los octavos de la 2022-2023.
Con los ‘Blancos’ como ogros en Europa, el Liverpool tuvo la mala suerte en Inglaterra de toparse con el mejor Manchester City de la historia, el que les ganó la 2018-2019 y la 2021-2022, ambas por un solo punto de distancia. Se resarcieron en la 2019-2020, la temporada del covid, en la que tenían prácticamente la liga ganada antes del virus, con su primera liga en 30 años.
De alguna manera, Real Madrid y City son culpables del agotamiento de un Liverpool que ganó menos en estos últimos cinco años de gloria de lo que quizás merecía. De no haberse dado de frente con dos de los mejores equipos en sus respectivos ámbitos -la Champions y la regularidad-, la vitrina que da acceso al centro de entrenamiento en Kirkby podría ser más grande.
Los efectos de este desgaste ya los notó el Liverpool la campaña pasada, cuando, tras ser candidatos al póker de trofeos en 2022, se quedaron en blanco y no se clasificaron ni a la Champions. Se fueron Firmino, Fabinho, Oxlade-Chamberlain, Henderson, Naby Keita y James Milner. Mané se había ido un año antes, eternamente opacado por el éxito de Salah.
Danke, Jürgen Klopp – nine years of making us dream.
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“Me he quedado sin energías”, dijo Klopp, cuando se informó que el alemán había comunicado a la directiva en noviembre que se iría, cuando se empezó a planificar el curso siguiente y se dijo a sí mismo quizás no estaré aquí.
En medio de un ambiente nostálgico, Klopp terminó su etapa en Anfield Road, con los tres puños al aire y el recuerdo imborrable de uno de los mejores, sino el mejor, técnico de su historia. Sus gafas, barba y sonrisa perenne quedarán enmarcadas en alguna de las esquinas del campo.
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Ja/dm