Redacción Ciencia, 23 sep (EFE).- Dormir poco hace que las personas sean menos propensas a ayudar a los demás, incluso si la pérdida de sueño es colectiva, por ejemplo en un cambio de horario, caso en el que un grupo de científicos vieron que las donaciones benéficas caían un 10 %.
Un estudio de la Universidad de California en Berkeley (Estados Unidos) muestra que cuando hay una pérdida de sueño las personas retiran su decisión de ayudar a otros. Este comportamiento se asocia a una menor actividad en la red cognitiva prosocial del cerebro, publicó Plos Biology.
El equipo encabezado por Eti Ben Simon y Matthew Walker examinó en tres experimentos cómo la pérdida de sueño afecta al comportamiento humano de prestar ayuda.
Sleepless and selfish: Lack of sleep makes us less generoushttps://t.co/Q4oeyZjM8w
— UC Berkeley (@UCBerkeley) August 23, 2022
Resultados del estudio
En el primer estudio, 24 voluntarios se sometieron a una resonancia después de 8 horas de sueño y de una noche sin dormir. En el segundo caso, las redes del cerebro que se activan cuando las personas empatizan con otras o intentan comprender sus deseos y necesidades estaban menos activas.
Esa red estaba notablemente deteriorada, como si esas partes del cerebro no respondieran cuando intentamos interactuar con otras personas después de no haber dormido lo suficiente.
A continuación, el equipo siguió a más de 100 personas durante 3 o 4 noches, para medir la calidad y cantidad del sueño. Asimismo, se evaluó el deseo de ayudar a los demás, como sostener la puerta de un ascensor, ser voluntarios o ayudar a un extraño herido en la calle.
Los que durmieron mal la noche anterior fueron los que declararon estar menos dispuestos y deseosos de ayudar a los demás al día siguiente.
La tercera parte consistió en extraer una base de datos de 3 millones de donaciones benéficas en Estados Unidos entre 2001 y 2016. Esto para ver si variaba en número tras la transición al horario de verano y la posible pérdida de una hora de sueño para todos.
Las donaciones en la semana posterior al cambio de horario se redujeron en un 10 %, una disminución que no se observaba en las zonas de Estados Unidos donde no se cambiaron los relojes o cuando se volvía a la hora estándar de invierno, que se puede dormir una hora más.
La investigación demuestra que la falta de sueño no solo perjudica el bienestar mental y físico de un persona, sino que degrada el propio tejido de la sociedad humana. La forma en que funcionamos como especie social parece depender profundamente de cuánto dormimos, destacó Walker, profesor en sicología.
Incluso una dosis muy modesta de privación de tiene un impacto muy medible y real en la generosidad de las personas y, por tanto, en cómo funcionamos como sociedad conectada.
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