Ciudad del Vaticano, 9 oct (EFE).- El baldaquino levantado por el genial Gian Lorenzo Bernini en el centro de la basílica vaticana, sobre la sepultura de san Pedro, ha recobrado su brillo gracias a su primera restauración en 250 años y ha revelado, de paso, los restos de vida cotidiana que quedaron en sus alturas monumentales.
Ha vuelto a ser el centro, el fulcro y la referencia de la basílica, celebra en una entrevista a los pies del monumento el ingeniero Alberto Capitanucci, responsable técnico de la Fábrica de San Pedro, el ente que custodia el templo vaticano.
El baldaquino de Bernini es un imponente templete de 30 metros de altura apoyado en cuatro columnas salomónicas de bronce que el maestro barroco erigió en la primera mitad del siglo XVIII en el epicentro del Catolicismo, sobre el lugar exacto en el que, según la tradición, fue sepultado el apóstol san Pedro.
Qué pasada ha sido trepar hoy a lo alto del baldaquino de Bernini en la basílica de San Pedro del Vaticano (la última restauración fue hace unos 250 años)
*Ha quedado perfectamente limpio y brillante para el Jubileo. pic.twitter.com/JYQ8lUgYx9
— Gonzalo Sánchez (@gonsanchezm) October 8, 2024
Una delicada obra maestra
El monumento fue pensado como un gigantesco catafalco o telón de gran realismo, combinando las partes oscuras de bronce y cobre, que desde lejos parecen cuero, con bordes y otras figuras doradas en sus columnas, entre ángeles titánicos, hojas de laurel y abejas, símbolo de la dinastía Barberini, la del papa Urbano VIII.
Sin embargo, el paso inexorable del tiempo acabó oscureciéndolo bajo una gruesa capa de suciedad que ahora, por primera vez en 250 años, se ha limpiado en profundidad de cara al Jubileo de 2025.
Han sido nueve meses de trabajo en los que la estructura quedó oculta tras un andamio, para permitir a los técnicos encaramarse y dar lustre a sus figuras, pero que ya ha empezado a desmontarse.
La restauración solo se ha centrado en el aspecto externo del monumento. Este martes fue posible subir a sus alturas, escalando su andamiaje, para comprobar que efectivamente el mundo sacro, vegetal y animal recreado por Bernini ha recobrado su luz.
Antes, los expertos tuvieron que investigar durante seis meses el estado de este delicado monumento de más de 200 toneladas (60 de bronce), ya que sus columnas están rellenas de hormigón, y levantado en un suelo excavado, hueco, sobre la cripta de los papas y una milenaria necrópolis romana donde se halló la tumba petrina.
Capitanucci resumió:
Podemos afirmar que no hemos encontrado patologías que requieran curaciones más incisivas de las que hemos llevado a cabo.
#SabíasQue el baldaquino de #Bernini en San Pedro del #Vaticano mide casi 29 metros de altura. Aunque dentro de la colosal basílica cuesta hacerse a la idea de que es tan alto como un edificio de 10 pisos… 🤩 #PíldorasdeArte pic.twitter.com/NTwTY014kZ
— María del Camino Viana (@mariacvg_) January 19, 2019
Secretos del pasado
Además, los expertos han descubierto entre los recovecos en lo alto del baldaquino numerosos restos del pasado dejados por otras personas que, como ellos, ascendieron para limpiezas puntuales.
Son historias menores, partes del ámbito cotidiano o personal de quienes en los siglos posteriores subieron para limpiarlo, explica el experto.
Entre sus oquedades surgieron restos de comida, plumeros, una suela de zapato, un sombrero hecho con el papel de un periódico del 1800 o una lista de la compra de alguien que necesitaba cebollas y tomates, asegura uno de sus cuatro restauradores, Carlos Usai.
Pero naturalmente también han aparecido inscripciones, oraciones y votos con las que los limpiadores del pasado quisieron dejar fe del privilegio de haber trepado a esta obra maestra.
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