San Pablo de Tiquina (Bolivia), 16 oct (EFE).- Las abejas desplazadas desde los llanos y valles bolivianos por el cambio climático encontraron un hogar en el altiplano, algunas cerca del lago Titicaca, donde pudieron prosperar a más de 3 mil 800 metros de altitud gracias al apicultor Wilder Humérez.
El Centro Apícola La Reina del Lago es el dominio de al menos un millón de abejas que viven en la localidad de San Pablo de Tiquina, a orillas del lago Titicaca, bajo el cuidado de Humérez, un ingeniero agrónomo nacido en el lugar.
De padres agricultores y piscicultores, Humérez se interesó por la apicultura cuando terminó sus estudios universitarios e hizo su tesis de grado sobre la multiplicación de abejas reinas, según contó.
Desde 2013 empezó con la producción y venta de miel y sus derivados, y el año pasado decidió abrir el centro a visitantes con el objetivo de concienciar a las personas sobre qué tan importantes son las abejas en nuestro medio.
Les ofrecemos una explicación profunda a los visitantes acerca de las abejitas, cómo viven dentro de la colmena, cómo están organizadas, explicó.
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Centro con flores
El centro apícola se encuentra a unos 15 minutos a pie desde la plaza de San Pablo de Tiquina, en un lugar rodeado de eucaliptos y otras plantas medicinales como la khoa, thola, o la chilca, cuyas flores nutren a sus abejas.
A su juicio, esto marca la diferencia entre la miel producida en otros lugares y la de su centro apícola.
Hogar en el altiplano
Según Humérez, el cambio climático y el uso excesivo de agroquímicos hicieron que las abejas migren desde zonas bajas y cálidas como el oriente, los valles o Los Yungas de La Paz y se establezcan de forma natural en el Altiplano.
Ellas se establecieron en las quebradas de las serranías, donde hay unos orificios que son los nidos de los pájaros carpinteros andinos llamados yaca-yacas (…) Era un poco raro al principio verlas ahí, comentó.
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Colmena fue la clave
Para iniciar su proyecto, Humérez obtuvo una colmena entera e inició la crianza de las abejas en cajas artesanales, pero pronto vio que aquello no era óptimo.
Si no les brindas la comodidad que ellas necesitan, tampoco te van a producir miel, entonces fuimos de a poco implementando las cajas tecnificadas, manifestó el apicultor, que ahora emplea colmenas Langstroth donde las abejas viven a gusto y responden positivamente con la producción de miel.
El centro tiene actualmente quince colmenas que albergan cada una a entre 50 mil a 100 mil abejas que ya están adaptadas al clima frío y seco del Altiplano, pues generan entre ellas mismas el calor que requieren cuando la temperatura desciende.
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