París, 27 may (EFE).- El español Rafael Nadal no pudo firmar su enésima resurrección en la pista central de Roland Garros, donde cayó ante un sólido Alexander Zverev en la primera ronda, en un duelo que tuvo aires de despedida pese a que el 14 veces ganador en París no ha descartado regresar el año próximo.
El resultado, 6-4, 7-6 y 6-3, fue tan inapelable como el partido, que tuvo un único dominador, salvo un intento de rebelión del español en las postrimerías del segundo set y en el inicio del tercero, que acalló el germano elevando el nivel para no dar esperanzas a su rival y a la grada que lo aclamaba.
Aunque Nadal se negó a decir adiós, abundaron los síntomas de que era una despedida. Las gradas llenas en una primera ronda, algo que nunca antes había visto el Grand Slam de tierra batida, la congregación de los fieles del español, reunidos para asistir a un milagro o a un final de ciclo.
Two years after their epic unfinished match, Zverev hands Nadal his first-ever first-round defeat at Roland-Garros 🤯 #RolandGarros pic.twitter.com/OGsZ2RoQuc
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Nadal queda fuera del Roland Garros
Una vez más el tiempo no perdona y ataca a uno de los mejores tenistas de la historia, quien tristemente ve como la recta final de su carrera se aleja muchísimo a sus años de gloria. Por primera vez en la historia Nadal encadenó dos derrotas consecutivas sobre tierra batida.
Luego de caer con parciales 6-3, 7-6 y 6-3 ante el alemán Alexander Zverev, Rafa se despidió del público, al que aseguró que este es probablemente su último baile en la central, aunque reiteró que no lo asegura al cien por cien.
Lo que siento ahora es difícil de describir, es algo muy especial que siempre llevaré en mi corazón.
Nadal aseguró que le queda todavía para poder rivalizar contra jugadores como Zverev, pero demostró que su apuesta por seguir un año más, a punto de cumplir los 38, no era tan ilusa como algunos pretendían y que su sueño de volver a París para los Juegos dentro de dos meses tampoco es una quimera.
Frente a un rival que todo el mundo coincide en que es el jugador en mejor forma del momento, que alzó el torneo en Roma hace poco más de una semana, Nadal tuvo instantes de brillantez que hicieron las delicias de su parroquia.
En la grada estaban dos números 1, el serbio Novak Djokovic -con quien Rafa ha mantenido la mayor rivalidad de la historia del tenis- y la polaca Iga Swatek -confesa devota de Nadal-, además de Carlos Alcaraz, su heredero natural.
We love you too Rafa, and we hope to see you again next year 🧡#RolandGarros pic.twitter.com/7hX4Gw46WE
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El nacimiento de una nueva generación
El público siguió cada golpe que dejó el español, recordando su grandiosa carrera que Nadal escribió en esta tierra batida.
Sin que oficialmente lo fuera, pareció un último regalo a un público al que le ha dado todo y que en este final de trayecto parece al fin darse cuenta de que tiene ante sí un mito inigualable.
Zverev pudo controlar las emociones, los gritos y las embestidas de Nadal, se apoyó en su demoledor servicio y apenas dejó opciones al español, que, si bien si pareció físicamente recuperado, navegó muy lejos del tenis que le hizo leyenda. Zverev es la cabeza visible de una generación invisible, eclipsada entre la longevidad del “big 3” y la eclosión de los nacidos en este siglo, acabó con el sueño de victoria de Nadal.
El alemán, al que este triunfo propulsa a la categoría de favorito de la edición más incierta de los últimos años, lleva tiempo queriendo pedir paso, pero a sus 27 ve pasar el tiempo sin levantar un grande. Es el único de los tenistas en activo que ha encadenado semifinales en París los tres últimos años. La de 2022, dramática contra Nadal, la abandonó en silla de ruedas tras quebrarse un tobillo.
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Ja/rm