Ciudad de Guatemala, 20 de nov (AGN).- Detrás de un atleta triunfador siempre hay aspectos que muchas veces el espectador no ve. Disciplina, esfuerzo, trabajo, sacrificios, horas de preparación física y sicológica, son algunos de ellos. Pero hay algo más fundamental, un entrenador, un guía, una familia. En la historia deportiva del patinador guatemalteco Faberson Bonilla, de 17 años, hay una gran mujer llamada Mónica Benítez.
Bonilla logró a inicios de este mes el título mundial en los 100 metros carriles ruta a nivel juvenil durante la celebración de World Skate Games 2022, en Argentina.
Ese fue el momento en el cual se cerró un ciclo importante en la preparación que tuvo Benítez con Bonilla. Dicha relación, entrenadora-atleta, comenzó cuando el hoy campeón mundial tenía siete años de edad. El escenario que unió los sueños de un patinador con la experiencia de una entrenadora fue Livingston, Izabal.
Corría el año 2013 cuando el deseo del entonces alcalde de Livingston, que era llevar el deporte a ese municipio, le permitió a Mónica Benítez subirse a una lancha y dirigirse a la exploración de nuevos talentos. Sus armas eran pocas, unos cuantos patines, pago de transporte y almuerzo.
Faberson, el niño talentoso que descubrió Benítez, empezó sin tener patines propios, y así como él fueron muchos, ya que solo existían cinco pares de patines para al menos 130 niños. Pero pese a eso, Bonilla destacó y empezaron los triunfos: una medalla de bronce en un evento departamental.
La pandemia de 2020 marcó un capítulo importante para las vidas de Faberson Bonilla y Mónica Benítez, el atleta de 15 años pasó de vivir en Livingston a Puerto Barrios. Su morada fue la casa de su entrenadora, quien se convirtió en su representante ante la casa de estudios, Comité Olímpico Guatemalteco (COG) y Confederación Deportiva Autónoma de Guatemala (CDAG).
Fue por eso que cuando Faberson Bonilla logró el título mundial, su entrenadora, entre gritos de oro, oro, oro, y con lágrimas sobre sus mejías celebró el triunfo que como ella dice, el atleta aún no dimensiona la grandeza de la medalla. En ese sentido, también agradece el apoyo de la Federación Nacional de Patinaje por mantenerle la implementación completa a Faberson, así como aquellos atletas que consiguen buenos resultados deportivos.
¿Cómo vivió el triunfo?
En el momento en que ganó la prueba de 100 metros carriles estábamos toda la familia reunida frente a la computadora. Se tenía mucha fe en él porque es la prueba en la que mejor se desempeña. Cuando cruza la línea sentí cumplir el sueño de él y el mío. Tenemos varios años de trabajar juntos. Siempre pensamos en llegar a un mundial. Con Faberson se demuestra que cuando uno quiere y se esfuerza sin importarle nada, sí se puede lograr. Este es un gran mérito como entrenadora, lograr conseguir una medalla de oro en un mundial. Nos ha costado bastante. Muchas personas no creen que entrenamos en una cancha de baloncesto.
¿Qué futuro tiene Faberson?
Espero que siga con buenos triunfos. Él es un velocista nato. La meta es llegar a la categoría mayor en el 2024 y que él logre estar dentro del medallero en un mundial mayor. Esperamos y soñamos tener una pista para entrenar. Sus pruebas principales son 100 y 200 metros. Tiene un año más en la juvenil (hasta 18 años), y en el 2023 no se nos puede escapar la medalla de los 200 metros.
¿Qué virtudes tiene Faberson?
Conciencia y disciplina. Esto lo llevó a lograr 13 medallas a nivel centroamericano. En el plano internacional (invitacional) ha ganado más. En los últimos años ha sido disciplinado. Si yo le abrí las puertas de mi casa es para que entrene y agarre conciencia de lo que puede hacer en el patinaje.
¿Faberson tiene alguna deficiencia?
Sí. Son las llegadas. Él le tenía temor a la spacatta. Hoy se ve que hace mejores llegadas. Lo reforzamos y seguiremos con ese trabajo. En la línea de meta se pelea mucho la llegada, quien estire mejor el pie gana (pasar la primera rueda en línea de meta).
Sobre el himno nacional
El que no pusieran el himno ni tampoco portara la bandera fue un sentimiento de impotencia debido a que él se merecía cantar el himno de Guatemala. El día que regresó yo le puse la bandera en el Aeropuerto Internacional La Aurora y le cantamos el himno en Puerto Barrios, dijo.
¿Qué mensaje le da a Faberson Bonilla?
Yo hablo todos los días con él. Cuando disputó la semifinal (del campeonato mundial) yo le dije no piense en la final, piense que su final es esta. Piense en las cuestas de los entrenamientos. Todo ese esfuerzo de dejar a su familia debe valer la pena. El mundo ya tiene los ojos puestos en usted. Ellos saben que en Guatemala hay un atleta que les va por detrás y no se quedarán quietos. Él no ha visto la magnitud de lo que ganó.
Mónica Benítez, una vida en Guatemala
La entrenadora de Faberson Bonilla tiene toda una vida ligada al patinaje. Su madre, fue entrenadora de patinaje hasta que murió a los 85 años. Mónica Benítez con sus 61 años de vida viene practicando el patinaje desde que tenía casi los tres años.
Benítez radica en Guatemala desde hace 29 años, y se siente una guatemalteca más, incluso al momento de entonar nuestro himno, lo canta como ningún connacional.
Mónica empezó en Guatemala a entrenar entre 6 y 8 niños, hoy tiene a su cargo 45 atletas en Puesto Barrios, de éstos, 15 son de carrera y el resto está en una etapa de iniciación. Además, hay un grupo de 23 niñas en Morales. Su reto es que sus alumnos pierdan el miedo, acepten la disciplina y que entrenen al menos 4 veces a la semana para tener manejo del equilibrio al competir.
Es así como la descubre talentos de Izabal sigue con el arduo trabajo de forjar a los mejores patinadores del país. La última joya la cual trata de pulir es el juvenil Brayner Nery, quien al igual que Faberson Bonilla, le abrió las puertas de su casa.
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