Londres, 15 abr (EFE).- El milagro del Aston Villa se quedó en la orilla, con la eliminatoria completamente perdida, con un 0-2 en media hora, los de Unai Emery se repusieron, dieron la vuelta al marcador, pero se quedaron a las puertas de entrar en los libros de historia de la competición y será el PSG de Luis Enrique el que juegue las semifinales de la Champions contra el Arsenal o el Real Madrid.
Pese al arreón en la segunda parte que dejó a los de Birmingham a un gol de forzar la prórroga, Emery se quedó en la orilla de un milagro histórico y es Luis Enrique, de nuevo sufriendo como en octavos contra el Liverpool, el que sale vencedor y tiene a su equipo en semifinales, esperando a lo que ocurra en el Santiago Bernabéu para conocer a su rival.
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PSG avanza a semifinales de la Champions League
La noche más importante en la historia de Villa Park en las últimas cuatro décadas, desde que les eliminó de la Copa de Europa la Juventus de Michael Platini, comenzó torcida desde antes de que pitara el árbitro, cuando sonó el himno de la Europa League en lugar del de la Champions League.
Y no mejoró cuando el balón echó a rodar. A los diez minutos, Hakimi aprovechó una pelota muerta en un malentendido entre Emiliano Martínez y Pau Torres para hacer el 0-1 y a la media hora Nuno Mendes coronó una contra con el 0-2. Ambas jugadas habían nacido en el área de los parisinos, en sendos contraataques que condenaron al Villa a una remontada imposible. Necesitaban cuatro goles para forzar la prórroga.
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El primero llegó rápido. Youri Tielemans, tras una buena combinación entre Rashford y McGinn, sacó un disparo que repelió en Pacho y desvió la trayectoria a Donnarumma. Fue un tanto para elevar a la grada, para convencer hasta al príncipe Guillermo y a su hijo Jorge de que un milagro no estaba tan lejos.
Y cuando McGinn, en otro balón rebotado en Pacho, convirtió el empate, Villa Park se lo creyó por completo. El estadio comenzó a ganar el partido y la energía contagió a los jugadores, hasta el punto de que no tardó en llegar el 3-2 por medio de un jugadón de Rashford. El exjugador del United regateó a Fabián Ruiz, amagó a Vitinha y puso un pase de la muerte que definió raso Ezri Konsa.
A un gol de la prórroga, el Villa no pudo hacer más para lograrlo. Donnarumma tapó dos veces el gol a McGinn en un cabezazo y a Marco Asensio en un mano a mano, y Konsa no conectó un cabezazo regalado en una falta lateral de Rashford. Emery acabó por los suelos, porque sabía que se le estaba escapando una remontada histórica, la que quizá le debe el fútbol por lo ocurrido contra el Barcelona en 201.
Ahí estuvo, como mínimo, el tiempo extra, en esas tres ocasiones que se esfumaron y que, tanto en el fútbol como en la vida, no volvieron nunca. El Villa hizo un esfuerzo sobrehumano para levantar el 0-2, pero, cuando había hecho lo más difícil, le costó embocar. Algo parecido a lo que le ocurrió a Rory McIlroy en Augusta, pero sin final feliz.
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