Ciudad de Guatemala, 17 oct (AGN).– El viaje al occidente comienza en Cuatro Caminos, ese punto donde el viento se divide para abrazar tres tierras mágicas: Huehuetenango, Quetzaltenango y Totonicapán. Desde allí, el altiplano occidental se prepara para recibir a miles de atletas que, entre montañas, volcanes y tradición, escribirán una nueva página en la historia deportiva de Guatemala con los Juegos Centroamericanos 2025.
El occidente no solo es paisaje; es identidad, fuerza y resistencia. Es el eco de la marimba que se mezcla con el murmullo del mercado, el aroma a leña encendida y la calidez de su gente. A más de 400 kilómetros de la capital, esta región abrirá sus puertas a la justa deportiva más importante del istmo, combinando su herencia cultural con la emoción del deporte.
Huehuetenango: velocidad entre montañas
En la tierra de los Cuchumatanes, el viento sopla distinto. En sus curvas y pendientes, el esfuerzo se convierte en orgullo. Huehuetenango será sede del patinaje, un deporte que refleja la misma determinación de su gente: avanzar, resistir y no detenerse ante nada.
Las pruebas se realizarán del 24 al 26 de octubre en el Patinódromo Hans López, donde decenas de atletas buscarán ondear la bandera azul y blanco en lo más alto del podio. El sonido de las ruedas sobre el cemento se mezclará con el aplauso de los huehuetecos, herederos de una tierra que guarda historias ancestrales.
Pero el deporte no llega solo. El Gobierno de Guatemala impulsa en esta región la iniciativa Mano a Mano, que busca reducir la pobreza y mejorar la calidad de vida en los municipios priorizados. Programas como el Bono Social, la Beca Artesano o la instalación de pisos saludables en hogares rurales ya han cambiado la vida de miles de familias. En Huehuetenango, la lucha por un mejor futuro también se libra fuera de la pista.
Quetzaltenango: donde la historia se vuelve melodía
A poco más de dos horas de camino, Quetzaltenango (o simplemente Xela) se levanta entre volcanes como una joya del altiplano. Ciudad de artistas, poetas y soñadores, su historia está escrita entre piedras, acordes y memorias.
Aquí, el atletismo será protagonista del 18 al 21, mientras que el ciclismo de ruta saltará a la acción el 18 y 19 de octubre. El Complejo Deportivo de Quetzaltenango recibirá a los mejores exponentes del área, quienes competirán en las pruebas de pista, campo, mientras que los ciclistas saldrán a las principales calles y avenidas de Quetzaltenango. La ciudad se llenará de energía, con el sonido de los pasos y las bicicletas cruzando calles que alguna vez vieron pasar a Mariano Valverde o Paco Pérez, dos quetzaltecos que transformaron el dolor y la nostalgia en música eterna.
Después del terremoto de 1902, Valverde compuso Noche de luna entre ruinas, un vals que nació entre escombros, recordándonos que Xela siempre renace. Décadas más tarde, Paco Pérez inmortalizó ese espíritu con Luna de Xelajú, canción que trascendió generaciones y se convirtió en símbolo del alma guatemalteca.
Caminar por sus calles es recorrer parte de esa historia viva. Entre panaderías que huelen a sheca recién salida del horno y plazas donde los jóvenes ensayan pasos de marimba, Quetzaltenango se prepara para recibir al continente con el corazón abierto.
Totonicapán: fuerza y tradición en cada levantamiento
En el corazón de las montañas, Totonicapán se alista para recibir la disciplina de halterofilia del 27 al 30 de octubre. Aquí, la fuerza no solo se mide en kilos levantados, sino en la capacidad de su pueblo para mantener vivas sus raíces.
Totonicapán es sinónimo de trabajo y orgullo. Entre telares, bosques de pino y manos que transforman el hilo en arte, sus habitantes tejen cada día su identidad. Durante los Juegos, esa fuerza ancestral se reflejará en los atletas que buscarán levantar más que peso: levantar el nombre de Guatemala ante toda Centroamérica.
El ambiente festivo, los colores de los trajes típicos y el sonido de la marimba acompañarán las jornadas deportivas. Porque en Totonicapán, cada logro es colectivo y cada victoria se celebra con la alegría de un pueblo que no olvida de dónde viene.
Una región, un mismo espíritu
El occidente de Guatemala guarda una energía especial. En cada rincón, hay historias de esfuerzo, arte y esperanza.
Desde las montañas de Huehuetenango hasta los templos de Xela y los telares de Totonicapán, esta región muestra al mundo la verdadera esencia del país: un pueblo que sueña, trabaja y cree.
Del 18 al 30 de octubre, el altiplano no solo será sede de competencias, sino el escenario donde se cruzarán la historia y el deporte.
Donde cada atleta, cada niño y cada familia recordará que Guatemala también se escribe con sacrificio, con pasión y con el orgullo de decir: esta es nuestra tierra, y está lista para brillar.
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Ja/dm