Ciudad del Vaticano, 17 abr (EFE).- El papa Francisco pidió este domingo que llegue la paz a Ucrania arrastrada por una guerra cruel e insensata y que los responsables de las naciones escuchen el grito de paz de la gente.
Así lo dijo en su tradicional mensaje tras la misa del Domingo de Resurrección que celebró ante 50 mil personas, leído desde el balcón de la logia central de la fachada de la basílica de San Pedro antes de la bendición Urbi et Orbi, y en el que se refirió a la incredulidad que estamos probando con esta Pascua de guerra.
Francisco lamentó que tras la pandemia era el momento de salir juntos de la mano y, sin embargo, estamos demostrando que tenemos todavía en nosotros el espíritu de Caín, que mira a Abel no como a un hermano, sino como a un rival, y piensa en cómo eliminarlo.
Y como suele ser habitual en Pascua y en Navidad, Francisco aprovechó su mensaje para hacerse eco de los numerosos conflictos que aquejan al mundo.
¡Dejémonos vencer por la #paz de Cristo! ¡La paz es posible, la paz es necesaria, la paz es la principal responsabilidad de todos! pic.twitter.com/QYWFSDiCXE
— Papa Francisco (@Pontifex_es) April 17, 2022
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No acostumbrarse a la guerra
Que haya paz en la martirizada Ucrania, tan duramente probada por la violencia y la destrucción de la guerra cruel e insensata a la que ha sido arrastrada. Que un nuevo amanecer de esperanza despunte pronto sobre esta terrible noche de sufrimiento y de muerte. Que se elija la paz. Que se dejen de hacer demostraciones de fuerza mientras la gente sufre, aseveró Jorge Bergoglio asomado al balcón en el que se presentó al mundo como Papa el 13 de marzo de 2013.
El pontífice también pidió para que los responsables de las naciones escuchen el grito de paz de la gente y que escuchen esa inquietante pregunta que se hicieron los científicos hace casi sesenta años: ¿Vamos a poner fin a la raza humana o deberá renunciar la humanidad a la guerra?.
También el pontífice mencionó a las numerosas víctimas ucranianas, a los millones de refugiados y desplazados internos, a las familias divididas, a los ancianos que se han quedado solos, a las vidas destrozadas y a las ciudades arrasadas.
Tengo ante mis ojos la mirada de los niños que se quedaron huérfanos y huyen de la guerra. Mirándolos no podemos dejar de percibir su grito de dolor, junto con el de muchos otros niños que sufren en todo el mundo: los que mueren de hambre o por falta de atención médica, los que son víctimas de abusos y violencia, y aquellos a los que se les ha negado el derecho a nacer, agregó.
Francisco agradeció la acogida en Europa de los migrantes pero instó a que el conflicto en Europa nos haga también más solícitos ante otras situaciones de tensión, sufrimiento y dolor que afectan a demasiadas regiones del mundo y que no podemos ni debemos olvidar.
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