Redacción Ciencia, 14 may (EFE).- Los pueblos cazadores practicaban diversas estrategias para lograr sus presas, entre ellas la carrera de resistencia, un técnica que podía ser igual de beneficiosa que otras para lograr alimentos, indica un estudio que publica Nature Human Behaviour.
Los músculos locomotores humanos se componen principalmente de fibras resistentes a la fatiga, lo que, junto con la capacidad de sudar el calor metabólico generado por la actividad prolongada, es característica única entre los mamíferos.
Algunos antropólogos han sugerido que estos rasgos evolucionaron debido a la selección para la capacidad de perseguir presas a largas distancias, pero en las comunidades cazadoras hay pocos casos documentados en que se practicara, pues la carrera de resistencia tiene un elevado coste energético.
Una investigación publicada ahora y encabezada por Eugène Morin, de la Universidad Trent (Canadá), recopiló una base de datos de literatura etnográfica y etnohistórica entre los siglos XVI y XX para investigar el posible papel de la caza mediante carreras de resistencia.
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El equipo encontró ejemplos de casi 400 casos en 272 lugares del mundo en los que los humanos utilizaban la resistencia para cazar, lo que sugiere que esta estrategia no era tan rara como se pensaba.
Además, usaron modelos para calcular las tasas de retorno de la caza mediante carreras de resistencia y descubrieron que los beneficios calóricos de estas actividades eran comparables a los de otros métodos de caza.
De gran beneficio
Estos resultados sugieren que correr podría haber sido una táctica beneficiosa para obtener alimentos, resume la publicación.
Las persecuciones de resistencia pueden haber incluido a más de un cazador y se produjeron en diversos ecosistemas, entre ellos entornos abiertos como llanuras, así como biomas forestales.
Los autores proponen que este tipo de caza habría sido probablemente una estrategia disponible para los homínidos del Pleistoceno (hace entre 2,6 millones y 11 mil 700 años) y que también podría haber desempeñado un papel en la evolución humana.
Sin embargo, la actual investigación se basa en relatos etnográficos escritos en su mayoría hace más de 100 años que no hablan directamente de nuestro pasado evolutivo.
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