Ciudad del Vaticano, 2 abr (EFE).- El papa Francisco presidió la misa del Domingo de Ramos, un día después de salir del hospital por una bronquitis. En su homilía defendió a los abandonados del mundo.
Nadie puede ser marginado, dijo ante miles de fieles y con la voz aún débil durante esta eucaristía que abre la Semana Santa.
Jesús abandonado nos pide que tengamos ojos y corazón para los abandonados. Para nosotros, sus discípulos, nadie puede ser marginado; nadie puede ser abandonado a su suerte, animó ante una plaza de San Pedro engalanada y abarrotada de fieles.
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— Vatican News (@vaticannews_es) April 2, 2023
Reaparición pública
En su primera reaparición pública, después de tres días ingresado por una bronquitis a sus 86 años, Francisco, cubierto por un largo abrigo blanco, meditó sobre las palabras de Jesús de Nazaret en la Cruz: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
En este sentido, explicó que el verbo ‘abandonar’ en la Biblia es fuerte y aparece en momentos de extremo dolor. Por eso el recuerdo de Cristo debe mover a sus seguidores a buscarlo y amarlo en los abandonados de nuestro tiempo.
Sostuvo también que hay muchos cristos descartados con guante blanco como niños no nacidos, ancianos que han sido dejados solos, en los geriátricos, enfermos no visitados, discapacitados ignorados, jóvenes que sienten un gran vacío interior sin que nadie escuche realmente su grito de dolor.
Francisco, aún convaleciente, reapareció en la plaza de San Pedro ante unos 30 mil después de pasar tres días ingresado en el hospital Gemelli, de Roma, a causa de una bronquitis que le sobrevino el pasado miércoles tras la audiencia general.
Bendición
Antes de la misa, fue llevado sentado sobre un coche descapotado hasta el centro de la plaza, a los pies del obelisco, para bendecir las ramas de olivo y palmas que los fieles, religiosas y miembros de la Curia habían portado en procesión, recordando la entrada triunfal de Jesús de Nazaret en Jerusalén.
Bajó del coche por su propio pie. Después recorrió unos pocos metros hasta el lugar dispuesto para la bendición ayudado del bastón que usa frecuentemente debido a sus problemas de rodilla.
El Papa argentino acudió después hasta el frontal de la basílica para presidir desde ahí la misa, que fue oficiada por un cardenal, hoy el argentino Leonardo Sandri, una fórmula que se repetirá en toda la Semana Santa.
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