Ciudad de Guatemala, 25 nov (AGN).- No es un día cualquiera para el mundo del futbol. Se ha ido uno de los íconos de este deporte que da las mejores alegrías, las peores tristezas, la armonía de compartir con el vecino, el amigo, el extraño o la familia.
Diego Maradona, el gran “barrilete cósmico”, murió a los 60 años producto de un paro cardiorrespiratorio. Su último partido.
Los amantes de este gran deporte lloran su partida. Fue el conquistador del mundo con sus regates, su magia, su gran espíritu ganador, su garra, su fuerza, simplemente era Diego: el 10 de la albiceleste que dejó tirado a cuanto inglés se topó en aquella picada mágica en el Estadio Azteca en el 86.
“La pelota no se mancha”
Fue el mismo Maradona quien dio un mensaje para apartar un deporte exigente y hermoso con su vida llena de excentricidades.
La frase histórica de “la pelota no se mancha” quedó en el recuerdo aquel 10 de noviembre del 2001, durante su partido de despedida en La Bombonera.
Pasó varios años dentro de su carrera futbolística en medio de escándalos. Sin embargo, aceptó sus errores destacando que no había que mezclar este deporte con lo que cometió fuera de la cancha.
En la gloria
A pesar de ello, a Diego se le recuerda más por sus proezas dentro de la cancha. Siempre destacó esa furia argentina competitiva para dar lo mejor y llegar al éxito.
Tal fue su liderazgo que llegó a un Nápoli sin títulos italianos para convertirlo en una potencia en las competiciones locales y europeas.
Su mundial
El Mundial México 1986 no se recuerda como tal, se recuerda como el mundial de Maradona. En cada partido demostró su talento. Fue el momento con el cual llegó a la cúspide levantando la anhelada copa para todos los argentinos.
Sin duda, el partido más recordado fue contra Inglaterra, ya que se llegaba a ese encuentro en medio de una tensión por la guerra contra Las Malvinas.
“Yo hablo de futbol, de política no hablo”, fue lo que le respondió a la prensa que lo buscaba antes de dicho encuentro.
El “Pelusa” lo demostró en la cancha ganando esa batalla férrea que tuvo la ayuda de la “mano de Dios”.
El mundo del futbol ahora llora su muerte, pero también le sigue agradeciendo por esos momentos mágicos que alegraron cada hogar, cada reunión entre amigos, familia y vecinos.