Buenos Aires, 29 jun (EFE).- El COVID-19 no cede en Argentina y ya deja más de 93 mil muertos, mientras crece la polémica luego de que el Gobierno decidiera que solo podrán ingresar al país vía aérea un máximo de 600 pasajeros diarios, lo que ha generado un fuerte malestar en las aerolíneas y en los argentinos que quedaron varados en el exterior.
La reducción del 70 % en el cupo de personas que pueden ingresar al país rige hasta el 9 de julio próximo, aunque no hay certeza de que se revierta ese día, y se suma a que las fronteras siguen cerradas al turismo extranjero y se mantienen suspendidos los vuelos provenientes del Reino Unido, Chile, Brasil, la India, los países de África y Turquía.
La decisión se tomó para retrasar lo más posible el ingreso de la nueva variante Delta, que en Argentina aún no tiene circulación comunitaria, y debido a que solo un 32 % de las personas que ingresan al país cumple con la cuarentena obligatoria.
Única en el mundo
Para las aerolíneas, este cupo a los vuelos internacionales se trata de una medida sorpresiva y única en el mundo.
La Argentina es el único país que tiene una limitación de pasajeros por día, ha repetido Peter Cerdá, vicepresidente regional de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA), a varias radios locales y ha calificado la medida como un exceso y desconectada del mundo.
Y advirtió que además afectará el transporte de carga, porque las vacunas y el equipamiento médico también viajan en esos aviones.
IATA solicitó una reunión con el jefe del Gabinete de Ministros, después de alertar en un comunicado que al tomar estas decisiones unilaterales y de corto plazo, el Gobierno corre el riesgo de aislar aún más al país.
La Cámara de Compañías Aéreas en Argentina (Jurca) agregó que el país ha dispuesto el virtual cierre de fronteras, lo que obligó a las compañías a reprogramar los vuelos previstos para junio y julio.
Jurca recordó que antes de la pandemia el país registraba 155 aterrizajes internacionales diarios y con esta medida se pasará a tener tres por día y que varias compañías tienen suspendidas sus operaciones a la espera de ver cuándo resulta viable reiniciarlas o no regresar.
Defensa del Gobierno
El pasajero terminará siendo el gran afectado con la falta de previsibilidad, señaló la Asociación Latinoamericana y del Caribe de Transporte Aéreo, porque no hay claridad sobre cómo se distribuirán las nuevas plazas autorizadas.
Por las estimaciones oficiales, unos 45 mil argentinos y residentes están en el exterior. No se sabe si todos ellos quieren volver, pero podría tomarles semanas o meses tras las nuevas medidas.
Para el Gobierno de Alberto Fernández, no se trató de una medida sorpresiva, porque todos los pasajeros firmaron una declaración jurada en la que aceptaron las consecuencias de viajar durante la pandemia y que señalaba que la salida del país implicará la aceptación y asunción de las consecuencias sanitarias, legales y económicas derivadas de las mismas y del eventual reingreso a la Argentina.
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Tercera ola
Argentina afronta desde abril una segunda ola de casos de COVID-19, por lo cual el Gobierno de Alberto Fernández anunció en mayo un endurecimiento de las restricciones.
En las últimas semanas se ha verificado un descenso en el nivel de contagios diarios, sin embargo, el país -que acumula 4 millones 423 mil 636 de casos y 93 mil 142 fallecidos desde el inicio de la pandemia- está alerta por la aparición de las nuevas variantes y no descarta una tercera ola.
En tanto, hasta este martes ha aplicado 20,2 millones de dosis desde el inicio de la campaña de vacunación, a fines de diciembre pasado, sobre una población de unas 45 millones de habitantes, pero solo 3,99 millones de personas fueron inoculadas con la segunda dosis.
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