Totonicapán, 13 abr (AGN).- El municipio de Momostenango, Totonicapán, es conocido por sus ponchos y sus riscos, orgullo de los originarios del lugar. Empero, en su riqueza cultural también resalta el trabajo de sus habitantes.
Algunos de ellos impulsan la cultura, costumbres y tradiciones de ese territorio por medio del arte. Entre ellos destaca German Ajanel, el Gato Ajanel, como lo conocen muchos.
Se trata de un joven que se confiesa orgulloso de sus raíces, lo cual ha evidenciado en cada espacio en el cual se desenvuelve. En particular, destaca por la manera poética como se expresa de su tierra natal.
De manera sonriente y sencilla, y con la humildad que lo caracteriza, el momosteco narra cómo se inició en el mundo de la escritura y las actividades culturales, las cuales promueve junto a un grupo de amigos.
“Desde 2010, después de un curso de espiritualidad en clave maya, haber leído varios libros de espiritualidad, tener contacto con varios religiosos y haber pertenecido a la congregación de misioneros del Sagrado Corazón de Jesús, se me ocurrió darles voz a los sentimientos que iban floreciendo”, dijo.
Añadió que su principal motivación en aquel momento fue dar vida a una frase que escuchó tiempo atrás. Además, quiso “darles voz a los sin voz”, inspirado por monseñor Óscar Arnulfo Romero.
“Todo ello me da la oportunidad de conocer, compartir y sintonizar con los ritmos de la galaxia”, expresó.
Momosteco reconocido
Con el paso del tiempo, las acciones de solidaridad y empatía con los demás han hecho que German Ajanel se gane el corazón de sus vecinos. Grupos religiosos a nivel local, departamental, nacional e internacional también reconocen su trabajo.
Uno de los aspectos que, según contó, ha marcado su vida es haber recibido consejos del poeta Humberto Ak´abal. De hecho, junto con él y el colectivo Tejedores de Pensamientos promovió diversas actividades culturales enfocadas en la poesía.
El momosteco indicó que una de sus motivaciones es ser la voz de los ancianos y ancianas originarios de su tierra. También busca con su arte apoyar a los niños y familias que viven en condiciones de pobreza.
“Me identifico mucho con una frase de Ignacio Ellacuría que dice: ´La realidad nos tiene que dar qué pensar´. Muchos de mis escritos son movimientos sanguíneos, de largas horas de silencio”, compartió.
Este es un fragmento de uno de los recientes escritos del Gato Ajanel:
Xinwilo, xin wil a wach,
Ri nu k’ux kab’irb’atik.
Xopan ri kikotem.
Xinta la a tzij, xin wil ri a q’ab’. Kikotem, kikotem chwe.
Xab’ij chwe, petok nex, petok tato, chatija ri a rikil, chiko ri a saq’li’.
Rumal a we at, xin wetamaj ri tzij, ri nojib’al. Ruq ri a chuq’ab’ xaya chwe ri nu etamanik, xin xopan pari tijob’al, xuquje para nim taq tijob’al.
Ri wimaq kekib’ij chwe, licenciado, ¿cómo está usted? Y mi corazón no sabe qué responder, pues palpita recordando como en tu pobreza, en tu silencio y pequeñez, me enseñaste la humildad.
Sin decir palabra, llenaste mi vida, cuando las canas se apoderaron de tus cabellos y las arrugas de tus manos. Llegó a mi corazón el recuerdo de cuando niño me enseñaste a pensar y a soñar; entonces volé alto, alcancé mis sueños.
En tu humildad, no sabes leer, ni escribir; fuiste a mi graduación llevando tus mejores ropas, nos tomamos esa fotografía, que te hace sentir orgullosa y que pusiste en un cuadro grande en el corredor de la casa para que todos lo vieran, cuando llegan a visitarte…
Por Alberto Chaclán
Lea también
Cultura y Deportes oficializa proyecto Casas de Desarrollo Cultural
AGN ac/kg/ir