Ciudad de Guatemala, 8 mar (AGN).- Hoy en día, las niñas y mujeres que ingresan al mundo del deporte tienen la dicha de contar con referentes que les demuestran que los sueños son alcanzables. Atletas que, con esfuerzo, dedicación y valores inquebrantables, han roto barreras, desafiado estereotipos y construido caminos de gloria.
Entre ellas, Adriana Ruano brilla como un faro de inspiración: la primera campeona olímpica de Guatemala, un símbolo de que con garra, pasión y determinación, todo es posible, siempre y cuando se disfrute del viaje.
Parece que fue ayer cuando el himno nacional de Guatemala resonó por primera vez en la historia de los Juegos Olímpicos. Una joven guatemalteca, con el corazón latiendo al ritmo de la marimba, alzó la mano en el concierto de las naciones y elevó el vuelo del quetzal hasta lo más alto del podio.
Sin embargo, ese instante, aunque glorioso, fue solo el reflejo de un camino mucho más valioso: el recorrido lleno de sacrificios, aprendizajes y momentos inolvidables que la llevaron hasta allí.
Al respecto, Adriana Ruano dice:
No siempre es fácil dar el 100 % en cada aspecto de la vida, por eso hay que establecer prioridades. A veces creemos que debemos elegir entre el deporte, la educación o la vida profesional, pero sí se puede equilibrarlo todo.
No es sencillo, implica sacrificios, pero con organización, disciplina y rodeándote de un buen equipo, todo se puede lograr. No podemos hacerlo solas, necesitamos apoyo, y lo más importante: debemos aprender a disfrutar del camino. No esperemos a llegar a la meta para ser felices, porque la meta es efímera, lo que realmente nos queda es todo lo que vivimos en el trayecto.
La resiliencia de una campeona
Adriana Ruano es hoy una mujer reconocida a nivel mundial, no solo por sus logros deportivos, sino por su fortaleza y determinación.
Con más de 25 años dedicados al deporte, ha enfrentado momentos difíciles, desafíos inesperados y personas que intentaron poner obstáculos en su camino. Sin embargo, su espíritu indomable siempre la ha llevado a sobreponerse.
La campeona olímpica admite:
Siempre habrá quienes quieran ponerte tropiezos. Pero también he encontrado personas maravillosas con los mismos objetivos, quienes me han apoyado en este recorrido. Ha sido un camino de lucha constante, pero cada barrera superada me ha hecho más fuerte.
Más allá del tiro con armas de caza, disciplina en la que encontró su pasión con la ayuda de los hermanos Brol, luego de su paso por la gimnasia, Adriana ha experimentado un crecimiento personal invaluable.
Yo era tímida, reservada, decía ‘sí’ a todo sin cuestionar. Pero el deporte y la vida me enseñaron que hay momentos en los que debemos alzar la voz y luchar por lo que merecemos. Las deportistas, no solo las mujeres, sino todos los atletas, necesitamos hacernos escuchar.
Mujeres que abren camino
Hoy en día, cada vez es más común ver a grandes mujeres guatemaltecas dejando huella en el deporte. Son ellas quienes siembran las semillas de la esperanza para que las niñas que vienen detrás puedan cosechar un futuro más prometedor.
Con emoción, Adriana expresa:
Es hermoso ver el crecimiento del deporte femenino, cómo se nos da más reconocimiento y visibilidad. Sí, es cierto que como mujeres enfrentamos desafíos únicos, como el balance entre la vida familiar y la carrera deportiva, pero hemos demostrado que es posible.
He visto a muchas atletas guatemaltecas cumplir sus metas deportivas y luego triunfar en sus vidas personales, y eso me llena de orgullo. La mujer guatemalteca está rompiendo esquemas, avanzando y alzando la voz con fuerza.
Sin embargo, también hay que reconocer el papel fundamental de los medios de comunicación en este proceso.
La visibilidad del deporte femenino no depende solo de nosotras. Es un trabajo de toda la sociedad. Mientras más nos interesemos en conocer las historias de las mujeres que dedican su vida al deporte, más inspiraremos a las nuevas generaciones.
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Disfruten el camino, el éxito es efímero
A lo largo de la campaña 8 Días, 8 Mujeres, hemos aprendido que, en la vida, lo más valioso no es solo alcanzar la meta, sino todo lo que vivimos en el trayecto. Las palabras de Adriana Ruano resuenan con más fuerza que nunca: Disfruten el camino, porque el éxito es efímero, pero lo aprendido en el recorrido nos acompañará siempre.
A todas las niñas y mujeres que tienen un sueño, Adriana les deja un mensaje claro y poderoso:
El deporte te cambia la vida. No es un camino fácil, pero vale cada sacrificio. Te abre puertas, te da disciplina, te mantiene en una dirección positiva, donde tu mente y tu cuerpo encuentran equilibrio.
No se desanimen ante los desafíos. Luchen por sus sueños con pasión, claridad y determinación. No importa la edad ni el tiempo que tome, ya sea en 5, 10 o 25 años, lo importante es empezar. Sueñen en grande y construyan su propio camino hacia la grandeza.
El legado de Adriana Ruano y de todas las mujeres que han abierto camino en el deporte es un recordatorio de que los sueños no tienen límites y que cada paso, por pequeño que parezca, es una victoria en sí misma.
Su historia nos demuestra que el verdadero triunfo no está solo en el podio, sino en cada obstáculo superado, en cada aprendizaje y en cada instante vivido con pasión. Que su ejemplo inspire a las nuevas generaciones a creer en sí mismas, a alzar la voz y a forjar su propio destino con valentía. Porque el éxito es pasajero, pero la huella que dejamos en el camino es eterna.
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