Washington, 10 jun (EFE).- El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, afirmó este martes que, de ser necesario, invocará la Ley de Insurrección para disolver militarmente las protestas desatadas en Los Ángeles (California) contra las redadas migratorias.
La Ley de Insurrección, promulgada en 1807, otorga al presidente la facultad de desplegar al Ejército para reprimir episodios de desorden civil, y se considera uno de los poderes de emergencia más contundentes en el país.
Si hay una insurrección, sin duda la invocaría. Ya veremos. Pero les puedo decir que anoche fue terrible. La noche anterior también fue terrible, declaró Trump ante la prensa en el Despacho Oval.
El mandatario republicano añadió que el lunes por la noche hubo ciertas zonas de la ciudad que, a su juicio, podrían haber sido insurrecciones.
Además, Trump reveló que conversó hace un día con el gobernador de California, el demócrata Gavin Newsom —con quien mantiene una tensa relación—, para pedirle que hiciera un mejor trabajo.
Los Ángeles entra este martes en su quinto día de tensión, después de que las manifestaciones contra las redadas del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE, en inglés) derivaran en enfrentamientos con la Policía, con brotes de violencia, vehículos incendiados y cientos de personas arrestadas.
El presidente ordenó el despliegue de 2 mil efectivos de la Guardia Nacional en la ciudad sin solicitar autorización al gobernador, un hecho sin precedentes en las últimas seis décadas.
La medida ha sido duramente criticada por activistas y autoridades locales, quienes acusan al mandatario de escalar innecesariamente el conflicto.
Protestas ganan apoyo en Texas
Las manifestaciones de Los Ángeles empezaron a ganar apoyo en Texas. Cientos de personas salieron a las calles en tres de las principales ciudades del estado la noche del lunes para apoyar las protestas en contra de las redadas migratorias en Los Ángeles.
En Austin y Dallas, las manifestaciones se alargaron hasta el anochecer y terminaron en enfrentamientos con la Policía local, después de que las autoridades declararan las protestas como asamblea ilícita, según informaron medios locales.
En Austin, la capital del estado, los manifestantes marcharon hacia la oficina local del Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE), donde la Policía y agentes del Departamento de Seguridad Pública de Texas (DPS) intentaron dispersarlos con gas pimienta y balas de goma. La Policía arrestó a varias personas.
En Dallas, por su parte, la Policía comenzó a dispersar a los manifestantes a eso de las 22:00 hora local (03:00 GMT del martes) y también lanzó gas pimienta contra las personas que cargaban pancartas con mensajes como nadie es ilegal o fin a las políticas de deportación.
El gobernador de Texas, el ultraconservador Greg Abbott, es un aliado cercano de la Administración de Donald Trump y da su apoyo a las políticas antimigrantes, incluida la respuesta militarizada a las protestas en California.
Se está llevando a cabo un asalto organizado contra los agentes del orden, es hora de que se acabe y de permitir a los federales hacer cumplir las leyes del país, escribió Abbott en su cuenta de la plataforma X el pasado fin de semana.
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