Redacción Ciencia, 23 may (EFE).- Investigadores estadounidenses han desarrollado unos robots blandos que pueden desplazarse por entornos complejos, como laberintos, de manera autónoma sin ayuda humana ni de programas informáticos. Son lo que se llama inteligencia física.
Estos robots parecen rotini (un tipo de pasta italiana) traslúcidos. Los desarrollaron investigadores de la Universidad Estatal de Carolina del Norte y de la Universidad de Pensilvania (EE. UU.). Para la fabricación se utilizan elastómeros de cristal líquido con forma de cinta retorcida.
Los detalles se publican este lunes en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).
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Inteligencia física
Considerados inteligencia física, estos robots blandos son máquinas cuyo diseño y materiales les permiten desenvolverse en diversas situaciones, en contraposición a la inteligencia computacional, explica el autor principal del estudio y profesor de ingeniería mecánica y aeroespacial en NC State, Jie Yin.
Cuando se colocan sobre una superficie de al menos 55 grados Celsius (por encima de la temperatura ambiente), la parte de la cinta que toca la superficie se contrae, mientras que la parte expuesta al aire no lo hace, lo que induce un movimiento de rodadura en la cinta.
Cuanto más caliente está la superficie, más rápido rueda. Esto se había hecho antes con varillas de lados lisos, pero esa forma tenía un inconveniente: cuando encontraba un objeto, simplemente giraba en su sitio. Entre tanto, el robot blando que hemos fabricado con forma de cinta retorcida es capaz de sortear estos obstáculos sin ayuda humana o informática, destaca el investigador.
Cómo funciona
El robot lo logra de dos maneras. En primer lugar, si un extremo de la cinta encuentra un objeto, la cinta gira ligeramente para sortear el obstáculo. En segundo lugar, si la parte central del robot encuentra un objeto, lo rehuye gracias a ‘un chasquido’ o liberación rápida de energía, se reorienta.
Se parece mucho a las aspiradoras robóticas que mucha gente utiliza en sus casas, resalta Yin. Salvo que nuestro robot obtiene energía de su entorno y funciona sin ninguna programación informática, añade.
Los investigadores llevaron a cabo múltiples experimentos en los que demostraron que el robot blando con forma de cinta es capaz de desplazarse por diversos entornos laberínticos y también de funcionar en entornos desérticos, donde puede subir y bajar pendientes de arena.
Esto es interesante y divertido de ver, pero lo más importante es que proporciona nuevas ideas sobre cómo podemos diseñar robots blandos que sean capaces de cosechar la energía térmica de los entornos naturales y negociar de forma autónoma entornos complejos y desestructurados, como carreteras y desiertos difíciles, concluye Yao Zhao, coautor del artículo e investigador posdoctoral en NC State.
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