Ciudad de Guatemala, 27 mar (AGN).- El nuncio apostólico Francisco Montecillo Padilla fue el invitado especial de la misa de la Consagrada Imagen de Jesús Nazareno del Consuelo del templo de La Recolección, por la llegada de la Semana Santa, en donde envió un mensaje de paz, unidad y fe a los católicos guatemaltecos para superar el COVID-19.
Montecillo Padilla resaltó que en medio de esta pandemia y las dificultades que se han generado “todos nosotros nos habremos preguntado: ¿Dónde está Dios?, ¿por qué permite la pandemia?, ¿es un castigo?, ¿hay que pedirle milagros?, ¿dónde está Dios?”.
Añadió que para la respuesta a estas interrogantes Dios “es un misterio”, pero que está a través de Jesús Nazareno del Consuelo.
Además, resaltó que Él está presente a través de los doctores y enfermeras que cuidan a los pacientes, con los científicos. También está con el que sufre y sirve a los demás, por lo que Dios “está presente ayudándonos con esperanza, consuelo y fe”.
Importancia de la fe
Agregó que en medio de la pandemia que ha traído dificultades de salud y económicas, es importante tener fe, ser sinceros ante Dios, no dejar la Iglesia y su palabra que debe ser transmitida.
“Que el Señor nos ayude y nos libre de esta pandemia que vivimos. Que el Señor nos guíe en la esperanza y que el futuro será mejor para nosotros”, añadió el Nuncio.
Semana Santa especial
Debido a las disposiciones para prevenir contagios por el COVID-19, este año se suspendieron los cortejos procesionales.
Sin embargo, en La Recolección se coordinó llevar a cabo a puerta cerrada una procesión de Jesús Nazareno del Consuelo.
Además, después de esta actividad se fijó abrir las puertas del templo a los fieles para que puedan venerarlo.
Consagración
La imagen de Jesús Nazareno del Consuelo fue consagrada el 3 de marzo de 1956, hace 65 años. Se cree que fue tallada entre 1830 y 1835, y se atribuye a los hermanos escultores Juan y Santiago Ganuza.
Su nombre se debe a fray Miguel Murcia, quien en una noche de meditación ante la imagen se imaginó el pasaje del evangelio en el que Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén camino al Calvario, y desde ese momento decidió llamarlo así por la ternura de su mirada, y la paz y el consuelo que transmite a quien ora delante de él.