Redacción Ciencia, 20 ene (EFE).- Las observaciones realizadas por ciudadanos de todo el mundo en los últimos 12 años han confirmado una tendencia preocupante: cada vez es más difícil ver las estrellas porque cada vez hay más luz artificial por la noche, mucha más de la que pensábamos.
Según los datos de un macroestudio sobre contaminación lumínica publicado por Science, entre 2011 y 2022, el brillo del cielo ha aumentado un 9.6 % de promedio anual, es decir, es el doble que cuando comenzó el estudio y mucho mayor de lo medido por los satélites.
Para ponerlo en perspectiva, el estudio explica que, la contaminación lumínica es tal que un niño nacido en una zona donde se veían 250 estrellas probablemente vería menos de 100 estrellas en el mismo lugar 18 años después.
Skyglow
Desde hace años, en muchos lugares habitados de la tierra, el cielo nocturno no llega a oscurecerse del todo porque, en su lugar, un crepúsculo artificial causado por la dispersión de luz antropogénica en la atmósfera lo impide.
Este tipo de contaminación lumínica, denominada skyglow, no solo nos impide ver las estrellas, también tiene un preocupante impacto ambiental.
Sin embargo, resulta difícil calcular con exactitud cómo y cuánto ha crecido la luz artificial, principalmente, porque los satélites no detectan las emisiones azules de las luces LED que en los últimos años se han impuesto en todo tipo de iluminación, especialmente en el alumbrado público.
Además, los satélites son sensibles a la luz que se dirige hacia el cielo pero tampoco captan las luces que se emiten horizontalmente, como los anuncios y la iluminación en las fachadas, que son las que contribuyen más al skyglow.
Contaminación lumínica
Para saber hasta qué punto la contaminación lumínica está impidiendo la visión de las estrellas, Christopher Kyba, del Centro Alemán de Investigación en Geociencias (GFZ) y la Ruhr-Universität Bochum, junto a científicos del centro de investigación para la astronomía óptica NOIRlab analizaron 51 mil 351 observaciones hechas por ciudadanos entre 2011 y 2022.
En un gran ejemplo de Ciencia Ciudadana, Kyba y su equipo pidieron a voluntarios de todo el mundo que participaran en el proyecto Globe at Night en el que debían comparar mapas estelares del cielo nocturno con lo que la contaminación lumínica les permitía ver en realidad.
La iniciativa obtuvo datos de 19 mil 262 localidades de todo el mundo, incluidas 3 mil 699 localidades en Europa y 9 mil 488 localidades en Norteamérica.
Según los resultados, el brillo del cielo nocturno provocado por la luz artificial ha crecido entre un 7 y un 10 % al año (lo que equivale al doble de luz en aproximadamente una década).
Sin embargo, según las mediciones hechas por los satélites, la emisión de luz artificial solo ha crecido un 2 % anual.
Este resplandor celeste, apuntan los autores, tiene graves efectos no solo para la observación de estrellas sino también para el medioambiente, dado que muchos procesos fisiológicos de los seres vivos están determinados por ciclos diarios y estacionales y, por tanto, influidos por la luz.
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