Ciudad de Guatemala, 28 dic (AGN).- El calendario litúrgico recuerda cada 28 de diciembre la matanza de los niños inocentes o Santos Inocentes. Dicha fiesta honra la memoria de los infantes que murieron a manos de Herodes.
Según las Sagradas Escrituras, el rey Herodes se enfadó cuando los sabios de oriente le preguntaron dónde habría de nacer el rey de los judíos.
Según las profecías del Antiguo Testamento, Jesús nacería en Belén, un poblado casi olvidado muy cercano a Jerusalén, la principal ciudad del pueblo hebrero.
Los profetas mencionan a Belén como la tierra del nacimiento del Mesías. Miqueas, por ejemplo, afirma:
Tú, Belén, no eres para nada la más pequeña de las ciudades, porque de ti saldrá el que gobierne a Israel.
Mención neotestamentaria
En el Nuevo Testamento se menciona que después del nacimiento de Jesús, tres hombres sabios llegaron a Jerusalén preguntando: ¿Dónde está el que ha nacido para ser el Rey de los judíos? Vimos su estrella y hemos venido a adorarle.
Herodes y todo Jerusalén se sobresaltaron al escuchar estas palabras. Herodes consultó a los entendidos y estos le confirmaron lo dicho por el profeta Isaías:
De Belén surgirá un gobernante que será el pastor del pueblo de Israel.
Con embustes, quiso saber dónde estaba el niño para adorarlo también, pero en realidad quería matarlo. Los sabios, guiados por la estrella, llegaron a la casa donde encontraron al niño y a su madre. Sin embargo, fueron advertidos en sueños de que regresaran a su tierra por otra ruta. Y así lo hicieron.
La genealogía de Jesús nos hace pensar en nuestros antepasados, en nuestros abuelos y en la riqueza que son todos los ancianos: son un don de Dios que hay que agradecer y cuidar. No permitamos que estén solos durante las próximas fiestas de Navidad. #AudienciaGeneral
— Papa Francisco (@Pontifex_es) December 18, 2024
El enfado
Lleno de cólera, Herodes mandó asesinar a los niños menores de dos años, pensando que entre estos se encontraría el Mesías.
Aun así, José fue advertido en sueños de tomar al niño y a su madre y huir a Egipto, de donde regresarían luego de pasado el peligro.
Según los estudiosos, no fueron tantos los niños martirizados porque Belén era un pueblo pequeño, sino el hecho macabro de arrebatarlos de los brazos de sus madres y pasarlos por la espada.
La Iglesia recuerda a estos pequeños como los santos inocentes, porque dieron su vida sin saber por qué lo hacían. La inocencia los coloca como ejemplo de entrega, porque en suma se consumaron pequeños por medio del martirio.
Se les considera los primeros cristianos y los primeros santos de la Iglesia. En el calendario se les otorga de forma casi automática la categoría de santidad.
No se sabe con certeza el día exacto de la matanza, pero se le asocia con la epifanía o manifestación de Dios a los hombres por medio de los sabios de oriente.
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