Roma, 29 sep (EFE).- La transformación de los sistemas agroalimentarios es fundamental para impedir que la pérdida y el desperdicio de alimentos sigan minando los esfuerzos realizados por erradicar el hambre, mejorar la nutrición y reducir la presión sobre los recursos naturales y el medio ambiente, dijeron varios organismos de Naciones Unidas.
Se trata de hacer los sistemas agroalimentarios más eficientes, inclusivos y sostenibles, pidieron la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), junto con sus asociados, en el Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos.
Hay que abordar urgentemente la lacra de la pérdida y el desperdicio de alimentos para lograr la meta mundial de 2030, indicaron en un comunicado en Roma, sede de la FAO.
Cifras en el mundo
A escala mundial, alrededor del 14 % de los alimentos que se producen se pierde entre la cosecha y la venta minorista, lo que equivale a una pérdida de 400 mil millones de dólares al año en valor de alimentos en tanto que, según las estimaciones, se desperdicia el 17 % de la producción total de alimentos (el 11 % en los hogares, el 5 % en los servicios de comidas y el 2 % en el comercio al por menor).
Debemos acelerar los progresos realizados en la consecución de la meta 12.3 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de aquí a 2030, con vistas a reducir a la mitad el desperdicio de alimentos en el mundo y reducir las pérdidas de alimentos en las cadenas de producción y suministro, incluidas las pérdidas posteriores a la cosecha, dijo el director general de la FAO, Qu Dongyu, que advirtió de que solo quedan nueve temporadas (cosechas) para hacerlo.
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Desperdicio
La pérdida y el desperdicio de alimentos son el origen del 10 % de las emisiones de gases de efecto invernadero. Esto significa, fundamentalmente, que se utilizan valiosos recursos de tierras y aguas para nada, indicó por su parte el director ejecutivo del PNUMA, Inger Andersen.
Reducirlos considerablemente ralentizará el cambio climático, protegerá la naturaleza y aumentará la seguridad alimentaria en un momento en que necesitamos desesperadamente que esto ocurra, añadió.
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