Ciudad de México, 9 feb (EFE).- Unos diminutos robots que aterrizarán en la luna a mediados de año para estudiar su superficie gracias a un enorme esfuerzo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) dan cuenta del ambicioso plan de México para impulsar su propia agenda aeroespacial.
Como si de insectos se tratase, cinco pequeños robots llegarán en junio de 2022 a la Luna tras recorrer 384 mil 400 kilómetros como parte de la Misión Colmena -la primera que realiza México en este satélite de la Tierra- para estudiar su superficie gracias a este esfuerzo de la UNAM junto con 200 jóvenes que participan en el proyecto.
La idea surgió hace cinco años tras analizar el proceso de transformación que está ocurriendo en el sector espacial, dijo este martes a Efe el doctor Gustavo Medina, responsable de la investigación y titular del Instituto de Ciencias Nucleares de la UNAM.
El investigador detalló que en las últimas décadas el acceso al espacio ha cambiado pues hace algunos años muy pocos países podían llegar a él, pero ahora casi todas las naciones han empezado a crear sus agencias, y se ha abierto así una puerta que ahora hay que cruzar.
México es uno de estos países y por ello en 2021 empujó la constitución de la Agencia Latinoamericana y Caribeña del Espacio (ALCE), que suscrita por 18 países, busca ahora insertar a la región en el desarrollo espacial.
Y aunque no forme parte de ALCE, la Misión Colmena es la apuesta de la UNAM por mirar hacia el futuro desde la innovación y resaltar las posibilidades de esta universidad, una de las más reconocidas en todo el mundo.
CRÓNICA | Un equipo de microrrobots protagoniza la primera misión de México a la Luna.
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— EFE Noticias (@EFEnoticias) February 8, 2022
Cinco ligeros robots
Los protagonistas de la misión son cinco robots de 60 gramos cada uno que, con su forma circular plana y dos ruedas con paletas y placas solares flexibles en ambas caras, buscarán primero sobrevivir en la compleja superficie del satélite y después inspeccionar el terreno para conocer más sobre la todavía muy desconocida Luna.
Cada oportunidad trae su problema, y acá son problemas complejos que no aceptan soluciones simples, sentenció el investigador, quien también destacó que este proyecto apunta al desarrollo de la minería espacial.
Medina explicó que los microrrobots, que actuarán de forma autónoma y se moverán con paneles solares, llevarán a cabo la compleja misión de investigar la superficie lunar, recubierta de una capa de material llamado regolito.
El regolito, a diferencia de las arenas que se pueden encontrar en la Tierra, no se erosiona creando material esferoidal ni tampoco se disuelve porque no hay agua en la que pueda hacerlo.
Por el contrario, tiene aristas y puntas, y algunas de las partículas de este material pueden llegar a ser extremadamente finas y pequeñas.
Ante esto, tal vez la opción más esperada sería enviar un robot de grandes dimensiones, confortable, con morfología similar a la humana y con materiales muy resistentes.
Pero esto implicaría grandes cantidades de dinero para una larga vida útil, cuando no es lo que se necesita para una misión corta como la planteada, consideró el investigador.
Con base en esto, nació la Misión Colmena, con el objetivo de poder llevar, con el tiempo y de ser necesario, cientos, miles o millones de estos pequeños robots a la Luna para que la reconozcan y la investiguen.
Aunque hay posibilidades de que los robots fallen o no cumplan con todas las expectativas, todo lo trabajado como parte de la misión hasta el momento ya implica avances y, además, gracias al abaratamiento de costes se podrían hacer más intentos, aseveró.
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fm/ir