Ciudad de Guatemala, 21 oct. (AGN).– En Guatemala, las mujeres han jugado un papel fundamental en el sector alimentario, especialmente en la agricultura de subsistencia y en la producción a pequeña escala.
A pesar de los retos históricos que enfrentan, su participación es clave para la seguridad alimentaria y el desarrollo económico en las zonas rurales del país.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), alrededor del 30 % de los hogares rurales guatemaltecos están encabezados por mujeres, quienes dependen en gran medida de la agricultura para su sustento.
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Aporte a la seguridad alimentaria en Guatemala
En las comunidades rurales guatemaltecas, las mujeres productoras tienen un impacto directo en la seguridad alimentaria de sus familias y comunidades.
Muchas de ellas son responsables de cultivar maíz, frijol y otros productos básicos esenciales para la dieta guatemalteca. Este trabajo no solo garantiza el acceso a alimentos, sino que también refuerza la nutrición, ya que las mujeres tienden a priorizar el bienestar de sus hogares al destinar sus ingresos a mejorar la alimentación familiar.
A pesar de su rol vital, las mujeres en Guatemala enfrentan barreras significativas para acceder a la propiedad de la tierra, financiamiento y capacitación técnica.
De acuerdo con la FAO, si las mujeres tuvieran las mismas oportunidades que los hombres en el acceso a estos recursos, se podría incrementar significativamente la producción agrícola, lo que ayudaría a reducir la inseguridad alimentaria en el país.
Innovación agrícola y sostenibilidad
Las mujeres productoras en Guatemala también están a la vanguardia de prácticas agrícolas sostenibles. Muchas de ellas, especialmente las indígenas, tienen conocimientos ancestrales sobre el cultivo que respetan los ciclos de la naturaleza y promueven la biodiversidad.
Estas mujeres han liderado iniciativas de preservación de semillas nativas, implementación de agricultura orgánica y uso de técnicas de cultivo más sostenibles.
Este enfoque no solo contribuye a la sostenibilidad ambiental, sino que también fortalece la resiliencia de sus comunidades ante el cambio climático, un problema que afecta gravemente a las zonas agrícolas de Guatemala.
La inclusión plena de las mujeres en el sector alimentario es esencial para construir un futuro más equitativo y resiliente en Guatemala, donde las comunidades puedan prosperar y las familias tengan garantizado su derecho a la alimentación.
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