Ciudad de Guatemala, 4 nov. (AGN).- Guatemala es un país con una riqueza agrícola destacada, y uno de sus grandes tesoros son las más de tres mil hectáreas dedicadas a la producción de frutos. Este territorio extenso no solo contribuye a la economía, sino que también es un ejemplo de cómo la naturaleza y la tecnología agrícola deben estar en sintonía para lograr los mejores rendimientos. Y el frío juega un papel importante.
Sin embargo, la producción frutal no es sencilla. Factores climáticos, particularmente la cantidad de horas de frío, desempeñan un papel crucial en la salud y productividad de estos cultivos.
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Horas de frío, un requisito esencial
Las variedades frutales cultivadas en el país necesitan una cantidad específica de horas de frío para florecer y fructificar adecuadamente. Estas horas de frío se definen como el tiempo que los árboles pasan a temperaturas bajas, típicamente entre 2.5 y 9.1 grados centígrados. La cantidad óptima varía según la especie: muchas requieren entre 600 y 800 horas anuales, mientras que otras, más exigentes, pueden necesitar hasta 900 horas.
Este tiempo de exposición al frío es fundamental. Si no se alcanzan las horas necesarias, las plantas sufren consecuencias que afectan su ciclo de producción. Las repercusiones incluyen una disminución en el número de flores, lo que a su vez reduce la posibilidad de una fructificación exitosa. Además, el frío insuficiente puede provocar retrasos en la apertura de las yemas, generando un desarrollo deficiente de los frutos.
Frutas favorecidas por el clima frío
Entre las especies de frutas que se benefician de las bajas temperaturas en Guatemala se encuentran el melocotón, la manzana, la pera, la ciruela, el arándano y el membrillo. Estas frutas han desarrollado mecanismos biológicos que las hacen dependientes del frío para activar sus procesos de crecimiento.
Por ejemplo, los melocotones y las ciruelas requieren un descanso invernal adecuado para que sus flores se desarrollen con fuerza en la primavera, mientras que los arándanos necesitan temperaturas frías para romper la dormancia de las yemas y producir una cosecha abundante y de calidad.
Impacto en la fructificación
La relación entre las bajas temperaturas y la fructificación adecuada de los árboles frutales es compleja pero crítica. Cuando las yemas no se enfrían lo suficiente, el rendimiento y la calidad de la cosecha se ven afectados. Esto se traduce en menores volúmenes de producción, lo que impacta negativamente en los ingresos de los agricultores y la oferta de frutas frescas para el mercado nacional e internacional.
Temperaturas dentro del rango de 2.5 a 9.1 grados centígrados son especialmente importantes para asegurar la ruptura de las yemas. En términos prácticos, esto significa que si el clima no se comporta según las necesidades de estas plantas, el productor podría enfrentar problemas serios en su actividad agrícola.
El manejo adecuado del clima es un desafío constante para los agricultores guatemaltecos, quienes dependen de estos factores naturales para mantener y mejorar la producción de frutos.
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lr/ir