Ciudad de Guatemala, 24 mar (AGN).- A los 116 años de la muerte del novelista francés Julio Verne, aún puede ser el compañero de viaje al centro de la Tierra, a las profundidades del mar, alrededor del mundo y hasta la Luna, todo esto sin apartarse del lugar que se elija para leer sus obras.
El escritor, dramaturgo y poeta nació en Nantes el 8 de febrero de 1828 y murió en Amiens, ambas ciudades de Francia, el 24 de marzo de 1905 a los 77 años, enfermo de diabetes, que padeció por muchos años.
Sus restos descansan en el cementerio La Madeleine, en Amiens, en la cual se aprecia la escultura Hacia la inmortalidad y la eterna juventud, que representa la eternidad de Verne, cuya figura emerge de su tumba y dirige su mirada y su brazo derecho extendido hacia el firmamento.
Treinta y tres de sus creaciones han sido llevadas al cine, entre ellas Viaje a la Luna, La isla misteriosa, Vuelta al mundo en 80 días, De la Tierra a la Luna, Viaje al centro de la Tierra…
En otros casos, los protagonistas de sus narraciones han prestado su nombre a personajes de películas, tal es el caso del capitán Nemo, diseñador y comandante del submarino Nautilus en Veinte mil leguas de viaje submarino.
Verne es el segundo escritor más traducido alrededor del mundo, después de la dramaturga británica Agatha Christie.
De la jurisprudencia a la ficción
En 1849 se graduó de abogado en París, decidido a seguir los pasos de su padre y su abuelo; sin embargo, abandona este propósito influenciado por escritores como Alejandro Dumas, autor de obras como El conde de Montecristo.
Este radical cambio enojó tanto a su padre que dejó de financiar su estadía en la capital francesa, lo que dejó a Verne en una situación económica muy difícil. Durante esta época escribió varias obras de teatro y fungió como director del Teatro Nacional de París.
Publicación post mortem
En 1994, 89 años después de su muerte, fue publicada en francés su novela París en el siglo XX, la cual había sido escrita por Verne en 1863, pero su editor consideró prudente esperar 20 años para lanzarla.
El manuscrito fue puesto en una caja fuerte por su autor y permaneció en el olvido hasta 1989, cuando su bisnieto lo descubrió.
La obra trata de un joven que habita en un mundo inundado de rascacielos de cristal, trenes de alta velocidad, automóviles que funcionan con gas, calculadores y una red mundial de comunicaciones, pero su existencia es desdichada y se encamina a un trágico fin.
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