Ciudad de Guatemala, 4 may. (AGN).- En el amplio repertorio de instrumentos que ha creado el ser humano para estudiar los fenómenos naturales, uno de los más curiosos y aún vigentes es el heliógrafo. Aunque su diseño es sencillo, su aporte a la meteorología sigue siendo fundamental para entender el comportamiento del Sol sobre la Tierra.
Este dispositivo, que se puede observar en las estaciones meteorológicas del Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología (Insivumeh), funciona a través de un principio óptico básico. Está compuesto por una esfera de vidrio maciza que actúa como una lupa gigante. Al concentrar los rayos del sol, esta esfera quema una tira de cartulina colocada justo debajo, donde están marcadas las horas y medias horas del día.
Mientras el sol recorre el cielo, el ángulo de la dirección de la luz cambia lentamente en la esfera, trazando una línea quemada sobre la cartulina, cuya longitud revela cuántas horas de sol se registraron en ese sitio. El heliógrafo, sin embargo, no indica cuán intensa fue la luz solar, sino simplemente si estuvo presente o no durante el transcurso del día.
Además, las formas de las cartulinas pueden variar, teniendo en cuenta la inclinación de la Tierra a lo largo del año y, por ende, el cambio en la dirección de la luz solar, por lo que existen cartulinas onduladas para el verano e invierno y planas para el otoño y primavera.
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Condiciones esenciales para su funcionamiento
Para que el instrumento cumpla su función con precisión, debe estar ubicado en un lugar sin sombras ni obstáculos y colocado a una altura de 1.3 metros sobre el suelo. De esta manera, se asegura que los rayos solares lleguen directamente a la esfera durante todo el día, permitiendo una lectura exacta de la duración del sol.
Más allá de su uso tradicional en la meteorología, los datos que provee este instrumento resultan útiles en diversos campos. En agricultura, por ejemplo, conocer la cantidad de horas de sol ayuda a planificar cultivos sensibles a la luz. En el ámbito de la energía solar, permite evaluar la viabilidad de proyectos de generación eléctrica. Incluso en salud pública, puede contribuir al análisis de la exposición solar y sus efectos en la población.
Aunque hoy existen sensores digitales y estaciones meteorológicas automatizadas capaces de registrar datos solares con mayor detalle, el heliógrafo continúa siendo una herramienta confiable. Su diseño no requiere electricidad ni componentes electrónicos, lo que le da una ventaja particular en áreas remotas donde los recursos tecnológicos son limitados.
Este instrumento, cuyo nombre proviene del latín helio (sol) y grafo (dibujar), sigue dibujando líneas en cartulina para ayudar a la ciencia a entender el comportamiento del astro rey. Su permanencia en las estaciones del Insivumeh demuestra que incluso en tiempos de alta tecnología, lo simple y efectivo aún tiene un espacio valioso en la investigación científica.
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