Redacción Ciencia, 29 abr (EFE).- Un equipo internacional de científicos ha descubierto una nube potencialmente formadora de estrellas que es una de las mayores estructuras individuales del cielo y una de las más cercanas a la Tierra jamás detectadas, un hallazgo que podría redefinir la comprensión del medio interestelar.
La investigación, dirigida por la Universidad de Rutgers-New Brunswick (Estados Unidos), se ha publicado este lunes en la revista Nature Astronomy.
La enorme nube molecular de hidrógeno -invisible hasta ahora para los científicos-, ha sido bautizada “Eos”, en honor a la diosa griega del amanecer.
Es la primera vez que se detecta una nube molecular con luz emitida en el ultravioleta lejano del espectro electromagnético, lo que abre la puerta a nuevas exploraciones con este método, augura Blakesley Burkhart, del Departamento de Física y Astronomía de Rutgers, y director del estudio.
En las nubes moleculares -formadas por gas y polvo-, la molécula más común es el hidrógeno, componente fundamental de estrellas y planetas y esencial para la vida, y presente también en otras moléculas, como el monóxido de carbono.
Las nubes moleculares suelen detectarse con métodos convencionales, como observaciones de radio e infrarrojos, pero en este trabajo emplearon un enfoque diferente: la fluorescencia en el ultravioleta lejano.
Esta nube brilla literalmente en la oscuridad, destaca Burkhart, lo que puede ser una oportunidad única para estudiar las propiedades de una estructura dentro del medio interestelar.
El medio interestelar, compuesto de gas y polvo que llena el espacio entre las estrellas dentro de una galaxia, sirve como materia prima para la formación de nuevas estrellas.
Cuando miramos a través de nuestros telescopios, captamos sistemas solares enteros en pleno proceso de formación, pero no sabemos con detalle cómo ocurre, reconoce Burkhart.
Dice:
El descubrimiento de Eos es emocionante porque ahora podemos medir directamente cómo se forman y disocian las nubes moleculares, y cómo una galaxia comienza a transformar el gas y el polvo interestelar en estrellas y planetas.
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