Ciudad de Guatemala, 5 mar (AGN).- En el deporte, el tiempo lo es todo. Un minuto puede marcar la diferencia entre subir al podio o quedarse a un paso de la victoria. Para María José Carranza, el tiempo ha sido aún más crucial, ya que fue un minuto el que marcó su destino desde el nacimiento y la convirtió en la mujer y atleta que es hoy.
María José nació el 14 de agosto de 1994, en un parto gemelar prematuro de seis meses. Estuvo a solo un minuto de perder la vida, el mismo minuto que le arrebató a su hermana. Aquel instante marcó su primera gran batalla y su primera victoria.
Ese minuto lo cambió todo. Evitó que me alimentaran con una sonda, lo que provocó la muerte de mi hermana, pero también determinó mi condición de parálisis cerebral.
Desde entonces, aprendió que el tiempo es un regalo. No importa cuán breve sea un instante, siempre tiene el poder de transformar vidas.
Así, afirma:
La vida se renueva cada 24 horas, y un solo minuto puede hacer la diferencia. Si un minuto cambió mi destino, también puede cambiar el de muchas otras personas. Todos los días tenemos la oportunidad de empezar de nuevo, ¡aprovechémosla!
Rompiendo barreras en una sociedad adversa
Ser mujer en Guatemala es un desafío. Vivimos en una sociedad en la que muchas veces el éxito de una mujer es incómodo para algunos. Para María José, estos retos han sido aún mayores, pues ser mujer con discapacidad multiplica las barreras que debe enfrentar.
Las barreras no son solo físicas, también son actitudinales y programáticas. Como mujer, he tenido que convertir esas barreras en retos. Y aquí estoy, contando mi historia de éxito.
Su determinación ha roto estereotipos, inspirando a otras mujeres a desafiar las normas impuestas por la sociedad. María José ha demostrado que la fortaleza se multiplica cuando se enfrenta a la adversidad.
A las que sufren discriminación les digo: reconozcan su dignidad y sus derechos. Sean conscientes de su poder y capacidad para conquistar sus metas. No permitan que nadie les diga que no pueden. Lo imposible solo existe en la mente de quienes no se atreven a intentarlo.
El deporte como herramienta de transformación
En un mundo donde muchas cosas parecen garantizadas, no siempre somos conscientes de lo privilegiados que somos por poder patear un balón, sostener un arco o levantar una raqueta. Para María José, el tiro con arco no fue solo un deporte, sino una prueba de perseverancia. Cuando comenzó en 2022, no tenía la fuerza suficiente para tensar un arco. Le costaba manejar los que usaban los niños, pero nunca se rindió. Hoy, maneja un arco de 30-32 libras con la confianza y destreza de una verdadera atleta.
La clave es la perseverancia. No rendirse, confiar en nuestros sueños y trabajar para alcanzarlos.
Su historia inspira a quienes enfrentan dificultades a descubrir su propio poder. María José nos recuerda que cada persona tiene una luz única que puede iluminar al mundo.
Nuestro superpoder es ser nosotras mismas. No permitan que los obstáculos impuestos por la sociedad las apaguen. Salgan al mundo, brillen con fuerza y demuestren de qué están hechas. Sueñen en grande, porque todo lo que soñamos, se puede hacer realidad.
Siempre vale la pena volver a intentarlo
A pesar de su discapacidad, María José es el ejemplo vivo de que la mente puede llevarnos más lejos que cualquier limitación física. Su camino en el deporte comenzó con la boccia cuando era niña, pero tuvo que dejarlo por razones ajenas a su voluntad.
Soy psicóloga, conferencista, escritora de mi propia historia y paratleta de tiro con arco. Creo en mis convicciones y en mis sueños. Soy una soñadora imparable sobre ruedas.
En 2017, retomó la boccia, su primer amor deportivo. Pero el destino la llevó al tiro con arco, gracias a su amigo Juan Diego Blas. Durante un tiempo practicó ambos deportes, hasta que decidió quedarse con el que más la apasionaba.
El deporte, para las personas con discapacidad, no es solo recreación, es una herramienta de rehabilitación y crecimiento. Mi pasión y determinación me han llevado a conquistar mis metas, y cada día, el tiro con arco me desafía a ser mejor. Nunca dejen que nadie les diga que no pueden. El mundo necesita más soñadores imparables. Y recuerden: siempre vale la pena volver a intentarlo.
Cada flecha que dispara María José Carranza no solo atraviesa el aire, sino que rompe paradigmas, desafía límites y marca el camino para quienes vienen detrás. Su historia no es solo de superación, sino de transformación.
Desde aquel minuto que le otorgó la vida hasta cada día en el que ha decidido luchar por sus sueños, María José nos enseña que la verdadera fuerza no está en los músculos, sino en el alma; que la perseverancia es más poderosa que cualquier barrera, y que el tiempo, por breve que sea, tiene el poder de cambiarlo todo.
Hoy, con cada disparo certero, con cada palabra inspiradora y con cada obstáculo vencido, demuestra que los sueños no tienen límites y que la discapacidad nunca ha sido una barrera, sino el impulso para volar más alto. A quienes enfrentan dificultades, a quienes dudan de sí mismos, a quienes han pensado en rendirse, María José les deja un mensaje que trasciende el deporte:
Nunca dejen que nadie les diga que no pueden. El mundo necesita más soñadores imparables. Y recuerden: siempre vale la pena volver a intentarlo.
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