Ciudad de Guatemala, 1 mar (AGN).- Desde sus primeros años, Nikté Sotomayor fue impulsada por el amor al deporte y el apoyo incondicional de sus padres. Hoy, es una referente indiscutible del deporte femenino en Guatemala.
Su pasión y determinación la llevaron a convertirse en la primera mujer guatemalteca en ganar una medalla panamericana en bádminton y a representar al país en los Juegos Olímpicos, rompiendo así los estereotipos que limitaban a las mujeres en el deporte.
Nikté es esa pequeña niña que tuvo un sueño, que viene de Retalhuleu, soñó en grande y aquí estoy. Desde que tengo memoria vi los Juegos Olímpicos y me imaginé en ellos; hasta el día que lo logré, pude descansar. A la par siempre he llevado mis estudios, he creído que uno no solo se realiza en un área de su vida, sino que se puede llevar de la mano en varias áreas.
La lucha contra el machismo en el deporte
A lo largo de su trayectoria, Nikté ha sido testigo y protagonista de la desigualdad de género en el deporte guatemalteco. Ha enfrentado comentarios y actitudes que han intentado limitar su camino, pero lejos de rendirse, ha usado cada obstáculo como un impulso para superarse.
En Guatemala es difícil no solo el hecho de ser mujer, sino de participar en deportes, porque realmente no hay mucho apoyo. En los últimos tiempos ha cambiado un poco, pero seguimos dando pasos lentos en una sociedad que aún impone barreras.
Sin embargo, Nikté les envía un mensaje claro a todas las mujeres y niñas que sueñan en ingresar al deporte y romper los estereotipos impuestos por la sociedad.
Al respecto, dice:
Luchen por sus sueños, por todo lo que se imaginen. No es fácil, muchas veces las mujeres no se animan, pero sean persistentes. Si yo logré cumplir mis sueños a pesar del poco apoyo, ojalá más mujeres se animen a demostrar que es posible.
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El deporte como estilo de vida
El amor de Nikky por el deporte comenzó desde muy pequeña. Sus padres, ambos seleccionados nacionales de baloncesto, fueron su mayor inspiración. Probó diferentes disciplinas, pero el destino la llevó al bádminton debido a las condiciones climáticas de su ciudad natal.
Inicié en el deporte desde muy pequeña. Mis padres me motivaron a seguir mis sueños. Jugaba tenis en Retalhuleu, pero por las lluvias me cambié al bádminton, que se jugaba bajo techo. A los 13 años, dejé todo atrás y me mudé sola a la capital para perseguir mi meta.
Sin embargo, su camino no fue fácil. La falta de apoyo al bádminton femenino y los estereotipos de género la hicieron dudar de su decisión en más de una ocasión. El deporte siempre será un camino difícil. Se espera que las mujeres se casen, tengan hijos y dejen su carrera deportiva. Ha sido complicado romper con ese pensamiento, afirma.
Rompiendo barreras para las futuras generaciones
Desde el momento en que decidió clasificar a los Juegos Olímpicos, Nikté se enfrentó a comentarios desalentadores. A los 18 años, luego de ganar una medalla de plata en los Juegos Centroamericanos y del Caribe, un entrenador le dijo que su camino terminaba allí y le dijo: “No apoyamos a las mujeres para los Panamericanos y posibles Juegos Olímpicos, porque llegan a una edad en la que comienzan a querer formar una familia”.
Estas palabras la golpearon, pero también avivaron su deseo de demostrar que una mujer podía llegar lejos en el bádminton. Con determinación, derribó las barreras impuestas y logró su clasificación a Tokio 2020, marcando un antes y un después en la historia del deporte guatemalteco.
Enfrentar el machismo no ha sido su único desafío. Nikté también ha tenido que superar una de las lesiones más devastadoras para cualquier atleta: la ruptura total del tendón de Aquiles.
Fue el momento más duro de mi carrera. No pude caminar por ocho meses y me planteé retirarme, relata. Sus padres la apoyaron incondicionalmente, recordándole que la decisión era suya, pero que siempre contaría con ellos.
Como un ave fénix, resurgió con más fuerza y logró la primera medalla de bronce en la historia de Guatemala en bádminton en los Juegos Panamericanos de Lima 2019, lo que la llevó a cumplir su sueño olímpico.
Así, afirma:
Después de tocar fondo, te das cuenta de que, si realmente quieres algo, lo puedes lograr. Es un camino duro, pero vale la pena. De 18 millones de guatemaltecos, fui una de los 22 que llegaron a Tokio. Es una sensación inigualable.
El legado de Nikté
El camino de Nikté Sotomayor es una prueba de que con pasión, esfuerzo y determinación, los sueños pueden hacerse realidad. Su historia inspira a niñas y mujeres a luchar, por lo que desean, sin importar los obstáculos que encuentren en el camino.
Al respecto, alienta de esta manera:
Va a ser difícil, habrá noches de llanto y momentos de duda, pero al final, todo vale la pena. Colóquense en las manos de Dios, den gracias por la vida y la salud, y luchen hasta donde sea necesario. Si yo pude, tú también puedes. El cielo es el límite.
Su historia es un llamado a que más niñas y mujeres luchen por sus sueños, sin importar los obstáculos. Hoy, más que nunca, su mensaje resuena:
Si yo pude, tú también puedes. El cielo es el límite.
Que su historia inspire a futuras generaciones de mujeres a desafiar los estereotipos, a creer en ellas mismas y a demostrar que, con trabajo duro y determinación, cualquier sueño es alcanzable.
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Ja/ir/dm