Redacción Ciencia, 9 feb (EFE).- El objetivo es lograr una golosina y para ello los bonobos pueden darse cuenta de cuándo un humano no sabe dónde está y tratan de ayudarle para que lo descubra.
Intuir la ignorancia de otro es una capacidad que se creía humana, pero un nuevo estudio presenta pruebas en contra.
Un equipo de la Universidad Johns Hopkins (EE.UU) publica en PNAS una investigación sobre el comportamiento de un grupo de simios bonobos, en la que concluyen que estos se dan cuenta de cuándo los humanos desconocen una información y se comunican en consecuencia.
Nyota, de 25 años; Kanzi, de 43; y Teco, de 13, que viven en Ape Initiative, una organización sin ánimo de lucro dedicada a la investigación y la educación, son tres bonobos machos que participaron en el estudio.
El objetivo era lograr una recompensa, que los simios solo podían recibir si se la daba un humano, quien en ocasiones había visto bajo qué taza se había escondido y otras no.
Para conseguir las golosinas, los simios señalaban con entusiasmo el escondite cuando la persona no había visto dónde se habían puesto, un experimento aparentemente sencillo que demostró, por primera vez, que los bonobos comunican información desconocida en nombre del trabajo en equipo, según los autores.
— Enséñame de Ciencia (@EnsedeCiencia) February 4, 2025
El estudio aporta la prueba más clara hasta la fecha de que los simios pueden intuir la ignorancia de otro, una capacidad que se creía exclusivamente humana, está en la base de nuestros comportamientos sociales más sofisticados y es fundamental para la forma en que cooperamos, nos comunicamos y trabajamos juntos estratégicamente, dijo afirma Chris Krupenye, uno de los autores.
El científico indicó que esa llamada teoría de la mente sustenta muchas de las capacidades que hacen únicos a los humanos, como la enseñanza y el lenguaje, por lo que muchos creen que está ausente en los animales.
En este trabajo, se demuestran -aseguró- los ricos fundamentos mentales que comparten los humanos y otros simios, y sugiere que estas capacidades evolucionaron hace millones de años en nuestros antepasados comunes.
Durante el experimento, uno de los bonobos se sentaba con uno de los autores del estudio Luke Townrow, frente a frente en una mesa.
El simio podía ver siempre como una segunda persona colocaba una golosina, una uva o un aro de cereal bajo una de tres tazas, el investigador, sin embargo, podía ver dónde se ponía algunas veces y otras no.
El investigador preguntaba: ¿Dónde está la uva? y esperaba diez segundos. En los casos en las que el Townrow había visto esconder la recompensa, el animal esperaba pacientemente a recibir su premio.
Pero cuando no había visto dónde se había escondido la golosina, el simio señalaba rápidamente la taza correcta, a veces de forma bastante demostrativa.
Sus dedos señalaban a través de la malla; estaba claro lo que intentaban comunicar, explicó Krupenye, citado por la universidad.
Fases del experimento
El bonobo Kanzi, que estaba muy motivado por la comida, señalaba repetidamente en ciertas fases del experimento: daba varios golpecitos para llamar nuestra atención y era bastante insistente.
El trabajo es el primero que reproduce en un entorno controlado hallazgos similares de la naturaleza que sugieren que los chimpancés vocalizan para advertir a sus compañeros de grupo ignorantes de amenazas potenciales, como una serpiente.
Puede interesarle:
La apariencia engañaba: no hay una, sino dos especies de colibrí gigante distintas
ir