Ciudad de Guatemala, 25 ago (AGN).- Entre las leyendas de Guatemala resalta una relatada de forma magistral por el gran genio Miguel Ángel Asturias. Es la leyenda de La Tatuana.
En el 125 aniversario de su nacimiento y el 50 de su partida definitiva recordamos al Gran Moyas, en este Año de Miguel Ángel Asturias.
La Tatuana, igual que La Llorona, El Cadejo y El Sombrerón, engalanan las letras guatemaltecas a través de la pluma de Asturias. Él sabe pintar a estos personajes como si fueran parte de la vida diaria. Y de hecho, lo son, porque forman parte del imaginario popular.
– ¡No sabes – decía el Mercader a la esclava, arrendando su caballería – cómo vas a vivir en la ciudad! ¡Tu casa será un palacio y a tus órdenes estarán todos mis criados, yo el último, si así lo mandas tú!
– Allá – continuaba con la cara a mitad bañada por el Sol – todo será tuyo. ¡Eres una joya, y yo soy el Mercader de joyas sin precio! ¡Vales un pedacito de alma que no cambié por un lago de esmeraldas!
En el caso de La Tatuana, el nobel de literatura la retrata como una mujer astuta, mezcla de belleza mulata, atractiva por la carne y el pecado.
Hay relatos de la época colonial que cuentan que hubo en Guatemala una joven y bella mujer de origen mulato. A esta la llamaban Tatuana. Le atraían lo placeres carnales. También le gustaba mucho el dinero, lo cual no era bien visto en una sociedad que decía ser recatada y religiosa.
Miguel Ángel Asturias, Premio Nobel, 19 de octubre #Guatemala pic.twitter.com/fZzTWBmJNZ
— Miguel Angel Asturias, elgranlengua.blogspot.com (@MAA_Nobel67) October 19, 2020
Bruja, bruja, bruja…
La esclava iba desnuda. Sobre sus senos, hasta sus piernas, rodaba su cabellera negra envuelta en un solo manojo, como una serpiente. El Mercader iba vestido de oro, abrigadas las espaldas con una Manta de lana de chivo. Palúdico y enamorado, al frío de su enfermedad se unía el temblor de su corazón. Y los treinta servidores montados llegaban a la retina como las figuras de un sueño.
Con justicia o no, se le acusó de hacer maleficios para conseguir a los hombres. Así que la Santa Inquisición decidió que era mejor llevarla a juicio, condenarla por bruja y que la hoguera se hiciera cargo de ella.
El último hechizo
Ni lerda ni perezosa pidió una última gracia, que le vino en gracia al sagrado tribunal: un pedazo de carbón y unas rosas blancas.
Se dice que en la celda donde pasaba sus últimas horas hizo un conjuro, maldijo a sus verdugos e invocó a Satanás. Cierto o no, este se hizo presente en el calabozo y le concedió lo que su fiel seguidora le pedía.
¿Y qué hizo entonces La Tatuana? Dibujó un barco con el carbón que había pedido, se subió y así escapó de la muerte.
Asturias era conocedor de la cosmogonía maya y todo lo relacionado con sus bases, leyendas y encantamientos. Así que no sería extraño que La Tatuana tenga sus raíces hincadas en la mitología maya, el Popol Vuh y los dioses de la vida y de la muerte.
«El Señor Presidente» en voz de Miguel Ángel Asturias, Premio Nobel #Guatemala pic.twitter.com/QInibAt9sS
— Miguel Angel Asturias, elgranlengua.blogspot.com (@MAA_Nobel67) October 19, 2020
Bruja, bruja, bruja…
La escena fue turbada por ruidos insolentes. Venían a prenderles en nombre de Dios y el Rey; por brujo a él y por endemoniada a ella. Entre cruces y espadas bajaron a la cárcel, el Maestro con la barba rosada y la túnica verde, y la esclava luciendo las carnes que de tan firmes parecían de oro.
Siete meses después, se les condenó a morir quemados en la Plaza Mayor.
…Y ese maestro que tanto la amó y la deseó, que bien podría el mismo demonio, no quiere verla muerte y mediante encantamiento se propone sacarla de la celda.
Sin perder un segundo la Tatuana hizo lo que el Maestro dijo: trazó el barquito, cerró los ojos y entrando en él- el barquito se puso en movimiento -, escapó de la prisión y de la muerte.
Y a la mañana siguiente, la mañana de la ejecución, los alguaciles encontraron en la cárcel un árbol seco que tenía entre las ramas dos o tres florecitas de almendro, rosadas todavía.
…Y aparece La Tatuana, mulata de nacimiento, en las horas más recias de la lluvia… quizás para demostrar que su barquita puede llevarse a quien se le cruce en el camino.
Puede interesarle:
“El Sombrerón” recorre los portales desde que Asturias dio vida a la leyenda