Ciudad de Guatemala, 29 Jun. (AGN).– En un reciente recorrido por el penal conocido como El Infiernito, el presidente, Bernardo Arévalo, notó la corrupción que ha permeado el sistema penitenciario durante años. Arévalo señaló que la corrupción ha permitido que las cárceles se transformen en residencias de lujo para criminales.
Cuanta corrupción sistemática se necesita, a lo largo de cuántos años para permitir que las cárceles se conviertan en residenciales de criminales, donde pueden construir, poner paredes, poner aire acondicionado, poner fibra óptica sin que nadie les diga nada.
Hemos retomado el control total de la Cárcel el “Infiernito”.
Así damos otro golpe a las estructuras criminales, cómodas ante la falta de acción de autoridades anteriores. 108 guardias penitenciarios fueron denunciados.
Ahora sí tendremos una cárcel de alta seguridad en… pic.twitter.com/AAQISUMFVv
— Bernardo Arévalo (@BArevalodeLeon) June 26, 2024
Condiciones privilegiadas
Durante su intervención, Arévalo describió cómo los privados de libertad han vivido en condiciones extremadamente cómodas. Los reclusos de El Infiernito contaban con refrigeradoras, lavadoras, dinero, celulares y equipos de sonido. Estos artículos, visibles a simple vista, plantean la pregunta de cómo lograron ingresar a las instalaciones penitenciarias y quién facilitó su entrada.
El ministro de Gobernación, Francisco Jiménez, también se pronunció sobre la situación, señalando que la corrupción no es solo un problema de individuos aislados, sino un sistema bien establecido.
Corrupción sistemática que significa no solo voluntad de personas sino que procesos y métodos ya asimilados.
Sus declaraciones subrayan que la corrupción en El Infiernito no es un fenómeno nuevo, sino una práctica institucionalizada que ha persistido durante años.
Medidas para combatir la corrupción
El gobierno de Arévalo ha iniciado un proceso de toma de control del penal El Infiernito con el objetivo de mejorar la transparencia y erradicar la corrupción heredada de administraciones anteriores. Este esfuerzo incluye la implementación de controles más estrictos y la revisión de los procedimientos internos para garantizar que no se repitan las prácticas corruptas del pasado.
Por lo tanto, el compromiso del gobierno actual es claro: transformar el sistema penitenciario y dejar atrás la corrupción que ha permitido a los reclusos vivir en condiciones de lujo. La administración de Arévalo busca establecer un sistema más justo y transparente, donde las cárceles cumplan su verdadera función de rehabilitación, en lugar de ser refugios cómodos para delincuentes.
Las declaraciones de Arévalo y Jiménez reflejan la determinación del Gobierno de enfrentar uno de los problemas más arraigados en el sistema penitenciario. La corrupción socava la justicia, y perpetúa un sistema de privilegios indebidos dentro de las cárceles. Con las nuevas medidas, se espera que Guatemala avance hacia un sistema penitenciario más equitativo y transparente, asegurando que todos los reclusos cumplan sus penas bajo las condiciones adecuadas y sin privilegios.
El reto es significativo, pero la administración de Arévalo está dispuesta a tratar esta problemática de manera frontal, implementando reformas estructurales que permitan una verdadera transformación del sistema penitenciario en el país.
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