Madrid, 30 jun (EFE).- Más de 4 mil kilómetros; desde África hasta la Guayana francesa, en el continente americano; un equipo internacional de científicos demostró y documentó por primera vez que un grupo de mariposas atravesó volando el océano Atlántico.
Lo comprobó un equipo internacional liderado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) español, que documentó un vuelo transoceánico de más de 4 mil 200 kilómetros realizado por mariposas “carderas” (Vanessa cardui), lo que supone un récord para un insecto.
El estudio, cuyas conclusiones se publicaron en la revista Nature Communications, documenta un viaje que duró entre cinco y ocho días y que fue energéticamente posible gracias a la ayuda de los vientos alisios.
En el trabajo participaron investigadores del Instituto Botánico de Barcelona (IBB), centro mixto del CSIC y del Consorci Museu Ciències Naturals de Barcelona (España), del Instituto Botánico Władysław Szafer (Polonia), de la Universidad de Ottawa (Canadá), del Instituto de Biología Evolutiva (IBE, CSIC-Universitat Pompeu Fabra) y de la Universidad de Harvard (Estados Unidos).
En octubre de 2013, el investigador del Instituto Botánico de Barcelona Gerard Talavera identificó varias mariposas carderas en las playas atlánticas de la Guayana Francesa, unas observaciones que fueron completamente inusuales, ya que esta especie no se encuentra en Sudamérica.
Documentan el vuelo transatlántico de unas mariposas capaces de recorrer más de 4.000 kilómetros.https://t.co/d2rHTFDWVe
— EFE Noticias (@EFEnoticias) June 25, 2024
Técnicas novedosas para resolver el enigma
Un enfoque multidisciplinar ha permitido descifrar la ruta y el origen de esas mariposas, y las dos hipótesis de partida eran que podrían haber nacido en Norteamérica, donde se encuentran las poblaciones más cercanas, o bien en África o Europa.
Mediante el análisis de trayectorias de vientos, los investigadores observaron un patrón sostenido de direccionalidad desde el oeste de África, lo que abría la posibilidad de que hubieran cruzado el Atlántico.
Al estudiar la diversidad genética de las mariposas los investigadores determinaron que los ejemplares observados en América del Sur estaban relacionados con poblaciones en Europa y África, lo que a su vez descartaba la posibilidad de un origen en América del Norte.
Los investigadores también analizaron el ADN del polen que las mariposas transportaban en sus cuerpos, e identificaron dos especies de plantas que únicamente se encuentran en África tropical, demostrando así que las mariposas visitaron flores en esa región antes de llegar a América.
Por último, el equipo analizó los isótopos estables de hidrógeno y estroncio a partir de las alas de las mariposas, ya que las alas preservan señales isotópicas propias del lugar donde se criaron en su fase larvaria, lo que permite inferir su origen natal, y con esos datos, determinaron que su origen estaba, muy probablemente, en países del oeste de Europa, como Francia, Irlanda, Reino Unido o Portugal.
Clément Bataille, profesor de la Universidad de Ottawa en Canadá y coautor del artículo, explicó:
Las mariposas carderas llegaron a Sudamérica desde el oeste de África, volando como mínimo 4 mil 200 kilómetros sobre el Atlántico. Pero su viaje pudo ser todavía más largo, iniciándose en Europa y pasando por tres continentes, lo que supone una migración de 7 mil kilómetros o más, un hito extraordinario para un insecto tan pequeño.
Solemos ver las mariposas como símbolo de la fragilidad de la belleza, pero la ciencia nos demuestra que pueden realizar hazañas increíbles. Aún queda mucho por descubrir de sus capacidades, destacó Roger Vila, investigador del Instituto de Biología Evolutiva (CSIC-Universitat Pompeu Fabra) y coautor del estudio.
Con la ayuda de los vientos
Los investigadores modelaron el coste energético del viaje y calcularon que el vuelo a través del océano, sin parada alguna, duró entre 5 y 8 días, lo que fue posible porque lo facilitaron las corrientes de vientos favorables.
Eric Toro-Delgado, uno de los autores del artículo, precisó:
Las mariposas solo podrían haber completado este vuelo utilizando una estrategia que alternara entre el mínimo esfuerzo para no caer al mar y el vuelo activo, que requiere mayor consumo energético. Calculamos que, sin viento, las mariposas podrían haber volado un máximo de 780 kilómetros hasta consumir toda su grasa y, por tanto, su energía.
El hallazgo revela que pueden existir corredores aéreos naturales que conectan continentes y que podrían estar facilitando la dispersión de especies a una escala mucho mayor de lo que se había imaginado.
Gerard Talavera, líder del estudio, observó:
Este descubrimiento abre nuevas perspectivas sobre las capacidades de los insectos para dispersarse a largas distancias, incluso a través de mares y océanos. Es posible que estemos infravalorando la frecuencia y el impacto que suponen estos movimientos para nuestros ecosistemas.
EFE
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