Puerto Barrios (Guatemala), 16 may (EFE).- Miles de migrantes atraviesan a diario la frontera entre Honduras y Guatemala en su camino hacia Estados Unidos, enfrentándose a la amenaza de enfermedades tropicales como el dengue, el arresto de las fuerzas de seguridad y su posterior deportación o el impacto de una ruta golpeada por el cambio climático.
En la frontera de El Corinto, entre Guatemala y Honduras, la Cruz Roja guatemalteca atiende a las personas migrantes que requieren de asistencia médica.
Nuestro trabajo es aliviar un poco el sufrimiento y dignificar la vida de las personas que están en tránsito, explica Mariana Bonilla, quien trabaja con la Cruz Roja en el Centro de Atención para Personas Migrantes y Refugiadas (CAPMIR), ubicado en el lado guatemalteco de la frontera.
Cada mañana, Bonilla, de 31 años, y el resto de su equipo, rastrean la carretera fronteriza rodeada por palma africana, bananeras y el imponente río Motagua, el más extenso de Guatemala, en busca de grupos de migrantes para orientarlos e indicar los puntos donde pueden recibir apoyo.
Dentro de su centro de atención, respaldado por la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (IFRC), los migrantes reciben tanto asistencia médica como psicosocial. Muchos vienen con traumas por su paso por la selva del Darién entre Colombia y Panamá, explica Bonilla.
Dengue y cambio climático
Dos kilómetros después de cruzar la frontera, en la ruta migratoria, se encuentra la aldea de Jimeritos, una comunidad de agricultores dedicados principalmente al cultivo de banano que desde hace seis años ha convertido su pequeño salón comunal en un refugio para que los migrantes puedan descansar.
Nos motiva trabajar con los migrantes. Ellos salen de sus países para buscar una mejoría para su familia y acá les damos lo que podemos, porque nosotros no sabemos cuándo tendremos la misma necesidad, explica Felicita Palencia, una habitante de Jimeritos que fue capacitada por Cruz Roja para atender a los migrantes.
El salón de la comunidad cuenta con un dormitorio con capacidad para 12 personas y, de acuerdo con los líderes de la aldea, hay noches en las que reciben hasta 30 migrantes que buscan refugio antes de seguir su trayecto hacia la frontera de Tecún Umán, con México, ubicada a unos 540 kilómetros en el otro extremo del país.
Los pobladores prestan atención pese a las dificultades que atraviesan, como fuertes epidemias de dengue que afectan al departamento de Izabal, donde en 2023 se registraron más de 500 casos y las autoridades de salud declararon en alerta roja en la comunidad. Esta es una enfermedad de la que tampoco se libran los migrantes.
🩺 #CruzRojaGT en conjunto con personal del @MinSaludGuate y Municipalidad de Pasaco, Jutiapa, brindan Atención Médica y Entregan Medicamentos a adultos y niños de este municipio.
No Podemos Parar, Afuera Nos Necesitan pic.twitter.com/UhlslvaSmq
— CruzRojaGT (@CruzRojaGT_) May 15, 2024
Apoyo y prevención
El pasado 2 de mayo, en el salón comunitario, la Cruz Roja reunió a los niños de la escuela primaria pública de Jimeritos para darles una charla sobre medidas de higiene y saneamiento para eliminar el zancudo que transmite el dengue, así como herramientas para identificar los síntomas de esta enfermedad.
Carlos Linares, que vive en esta aldea de acogida de migrantes desde hace 42 años, asegura que la mayor preocupación para ellos es el cambio climático, pues la temporada de lluvias se acerca y en años como 2001 y 2020 las tormentas destruyeron muchas casas.
La época seca tampoco ha sido fácil este 2024 en Guatemala, donde se ha alcanzado hasta 44 grados centígrados durante marzo y abril, siendo la región fronteriza con Honduras una de las más afectadas por estas temperaturas históricas. Muchos migrantes llegan deshidratados y golpeados por el sol, afirma Felicita Palencia.
Una ruta de peligros
Esta parte del camino es la más difícil para llegar a Estados Unidos, porque hay mucha policía y pueden regresarnos a Honduras, asegura Mario Alvarado, un migrante hondureño que decidió buscar el sueño americano.
Con temperaturas de 40 grados, Alvarado atravesó la frontera, bordeando el río Motagua y las plantaciones de palma africana, para evitar que las autoridades guatemaltecas lo detuvieran.
Alvarado es la tercera vez que se encamina a Estados Unidos. Lo hace con su compatriota Danny Gámez, el mismo junto a quien lo deportaron hace unos mesessdesde Texas, Estados Unidos, después de una travesía que les permitió trabajar en la nación norteamericana como pintores.
Así como Alvarado y Gámez, miles de migrantes intentan cruzar Guatemala cada año y solo en lo que va de 2024 han sido detenidos casi 8 mil por las fuerzas de seguridad, para su posterior retorno, según cifras del Instituto Guatemalteco de Migración (IGM).
No importa cuantas veces nos deporten. Si en Honduras no hay condiciones para vivir, siempre vamos a encontrar la forma de volver a irnos, reitera Alvarado, antes de alejarse entre el sendero de una plantación junto a su compañero de travesía. EFE
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