Barcelona, España, 13 nov (EFE).- Un estudio dirigido por investigadores de la Universidad de Barcelona (UB) demostró concentraciones elevadas de microplásticos en las lagunas costeras de todo el planeta y ha alertado de los nefastos efectos que tienen estos niveles de contaminación sobre el ecosistema acuático.
Según el estudio, las lagunas costeras de Lagos (Nigeria), Sakumo (Ghana) y Bizerta (Túnez), que están cerca de grandes núcleos urbanos y sin sistemas de tratamiento de la basura ni de las aguas residuales, se encuentran entre los ecosistemas acuáticos de este tipo más afectados por la contaminación por microplásticos.
Sin embargo, las concentraciones más elevadas de estas micropartículas se detectaron en Barnes Sound y en otras lagunas pequeñas en un área protegida en el norte de la bahía de Florida, en Estados Unidos. Este caso se explica por los huracanes, que transportan los microplásticos desde áreas contaminadas.
Estos son algunos de los apuntes que hicieron, entre otros, Ostin Garcés-Ordóñez y el director del Grupo de Investigación Consolidado de Geociencias Marinas de la Facultad de Ciencias de la Tierra de la UB, Miquel Canals.
Detalles de contaminación
El artículo revisa la bibliografía publicada sobre la contaminación por microplásticos en 50 lagunas costeras de 20 países, alerta de la abundancia de fibras y fragmentos de polietileno, poliéster y polipropileno en algunos de estos ecosistemas.
Los peces son uno de los grupos de organismos mejor estudiados en relación con el impacto de los microplásticos, por lo que el estudio también ha revisado los efectos de la contaminación sobre 96 especies distintas.
Renovación del agua
Las lagunas costeras con tasas lentas de renovación del agua son las más susceptibles de presentar una contaminación elevada por microplásticos, como es el caso de la laguna Mosquito en Florida. En ella, la renovación del 50 % del agua requiere entre 200 y 300 días, por lo que los microplásticos permanecen en el ecosistema durante un tiempo considerable.
Además de acumularse en zonas concretas de los ecosistemas lacunares, los microplásticos pueden ir a parar al mar y agravar aún más el problema de la contaminación de los océanos.
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