Alicante (España), 29 may (EFE).- Varios países europeos, entre ellos España, participan en un ambicioso proyecto para demostrar que los biorresiduos urbanos pueden transformarse en productos valiosos. Aproximadamente el 75 % de estos acaba en los vertederos.
El proyecto, denominado WaysTUP!, que financia en buena parte la Unión Europea, se basa en el modelo de economía circular, para economizar recursos, y la sostenibilidad.
Consiste en la reutilización de los desechos generados en los espacios urbanos, con la participación activa de los ciudadanos en las campañas de recogida selectiva para hacer frente al aumento de la población mundial, así como a la expansión de las necesidades de alimentos y el cambio climático.
Su peculiaridad consiste en plantas experimentales en varias ciudades de Europa, como Alicante y Valencia, en el este español; Londres, Praga, Atenas y Terni, en Italia, y la isla de Creta, en Grecia.
En cada una de ellas se trabajará con biorresiduos urbanos específicos, explica a EFE el investigador principal del proyecto en la Universidad de Alicante (UA), Santos Rojo.
Los detalles
Este experto universitario español coordina una de esas instalaciones, que maneja subproductos cárnicos, residuos de pescado y derivados del café.
En las demás plantas se tratarán otros biorresiduos urbanos para obtener, según cada caso, aceite de café, bioetanol, biodisolventes, bioplásticos, biocarbón. Incluso, se pretende generar aditivos alimentarios o proteínas derivadas de la biomasa de insecto.
En España están coordinadas entre sí las de Valencia y la de Alicante. La primera se dedica a la generación de aceites, colágenos y gelatinas a partir de residuos cárnicos y de pescado y de granos de café, y envía los subproductos sobrantes de esa transformación a la segunda.
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La de Alicante los emplea para producir harina de larvas de la mosca soldado negra (Hermetia illucens), de gran interés en alimentación animal, y un biofertilizante derivado del propio proceso de desarrollo biológico del insecto.
Múltiples estudios científicos han demostrado la idoneidad de la harina de insectos como fuente de proteínas de alta calidad en la nutrición animal.
La legislación europea permite el uso de estos productos en alimentación de animales de compañía, acuicultura y ganado porcino y avícola. Sin embargo, para esto los insectos se deben alimentar solamente a partir de ciertos tipos de subproductos, fundamentalmente de origen vegetal.
La fuente de proteína de la alimentación animal es generalmente harina de soja o, a veces, de pescado o cárnica, explicó Rojo.
También argumentó que se trata de poder sustituir esas fuentes, muchas de ellas con poco grado de sostenibilidad, con proteínas de insectos. Agregó que estas tienen el plus de poderse obtener mediante economía circular y de manera mucho más eficiente.
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