Ciudad de Guatemala, 21 feb (AGN).- La tierra de la eterna primavera se viste de colores vibrantes y energía renovada, ya que el 19 de febrero se marcó el comienzo del año solar maya.
El instituto Guatemalteco de Turismo (Inguat) informó sobre este importante evento. En esta tierra multiétnica, pluricultural y multilingüe, la cosmovisión ancestral de la civilización maya sigue brillando, ofreciendo a los visitantes la oportunidad única de sumergirse en experiencias auténticas y descubrir la esencia de una cultura que perdura a través de las generaciones.
En el corazón del ciclo solar maya se encuentra el Wayeb‘, un período de cinco días que simboliza la transición entre el cielo que termina y el cielo que comienza. Este lapso, cargado de significado, es un tiempo para la reflexión del pasado y la planificación del futuro, donde la conexión con la tierra y las actividades cotidianas como la siembra y cosecha adquieren un significado trascendental.
Durante el Wayeb’, la búsqueda del buen vivir se convierte en un propósito compartido. Es un momento para conectarse con las raíces culturales y encontrar armonía con la naturaleza. En este período, la comunidad se une en celebraciones y rituales que fortalecen los lazos sociales y espirituales, creando un tejido cultural que perdura a lo largo del tiempo.
El Haab y sus 365 días
El calendario solar maya, conocido como Haab, cuenta con 365 días, acercándose al ciclo solar terrestre. Este calendario estructura el tiempo en 18 meses de 20 días cada uno, seguidos por el período de transición, el Wayeb’. Así, el 19 de febrero marca el inicio del Año Nuevo Maya Agrícola, un renacimiento que se celebra con fervor en todo el país.
En las elevadas tierras del altiplano guatemalteco, el 14 de febrero marcó el inicio del Wayeb’, un preludio festivo que anticipaba el amanecer del nuevo ciclo. El 19 de febrero, con la energía del 12 Noj’, la tierra se abraza con el resplandor del renacimiento, dando inicio al año nuevo maya agrícola con sus 18 meses de oportunidades y desafíos.
Guatemala, con su riqueza multiétnica, pluricultural y multilingüe, mantiene viva la cosmovisión maya, un legado transmitido de generación en generación. En este renacer anual, la conexión con la tierra y la herencia cultural se fusionan, creando un caleidoscopio de tradiciones que resuenan a lo largo y ancho de este rincón encantado de Centroamérica.
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