Ciudad de Guatemala, 28 ago (AGN). – En el barrio Villa Nueva, ubicado en el municipio de San Andrés, Petén, un grupo de estudiantes de primaria puso en marcha un huerto escolar con el propósito de aprender y al mismo tiempo aportar a la seguridad alimentaria de su comunidad.
La iniciativa se desarrolló con el apoyo técnico de la Agencia Municipal de Extensión Rural (AMER) del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación (MAGA), y contó con la coordinación de la Oficina Municipal de Seguridad Alimentaria y Nutricional (OMSAN).
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— MAGA Guatemala (@MagaGuatemala) August 27, 2025
De la tierra al plato: un proceso integral
El proyecto incluyó todas las etapas de la producción agrícola, desde la preparación de la tierra y la siembra hasta la transformación de los alimentos cultivados.
Los niños no solo aprendieron a trabajar el suelo y cuidar las plantas, sino que también descubrieron nuevas formas de aprovechar los productos cosechados.
Uno de los ejemplos más destacados fue el rábano, que no solo se consumió en su forma natural, sino que se convirtió en recetas como empanadas y un guiso preparado con sus hojas.
Más allá de la cosecha, la experiencia permitió a los estudiantes comprender la importancia de la agricultura en la vida cotidiana. Aprendieron sobre nutrición, buenas prácticas de cultivo y el valor de consumir alimentos frescos.
Para los maestros y técnicos que los acompañaron, el huerto escolar se transformó en una herramienta pedagógica que les ayudó a enseñar de manera práctica conceptos que muchas veces solo se ven en el aula.
El huerto también se convirtió en un punto de encuentro para los niños, quienes a través del trabajo colectivo, fortalecieron valores como la responsabilidad, la colaboración y la solidaridad.
Cada estudiante participó en diferentes tareas, desde regar las plantas hasta preparar los alimentos, lo que reforzó la unión entre ellos y les permitió compartir experiencias que fortalecen la vida comunitaria.
Hábitos saludables desde la infancia
Una de las principales metas del proyecto fue promover la adopción de prácticas alimentarias saludables en los niños y sus familias.
El consumo de vegetales frescos producidos localmente contribuye no solo a mejorar la nutrición, sino también a generar conciencia sobre el aprovechamiento de los recursos disponibles en el entorno. De esta manera, el huerto escolar no solo impacta en la escuela, sino también en los hogares de los estudiantes.
La puesta en marcha de este huerto refleja la voluntad de distintas instituciones de fortalecer la seguridad alimentaria en las comunidades rurales de Petén. El MAGA, a través de la AMER y la OMSAN, trabaja de manera conjunta para impulsar proyectos que mejoren la calidad de vida de la población.
Esta experiencia demuestra que la educación y la agricultura pueden unirse para crear soluciones sostenibles que beneficien tanto a los niños como a la comunidad en general.
Con iniciativas como esta, San Andrés se convierte en un ejemplo de cómo la formación escolar puede ir más allá de las aulas, sembrando conocimientos que perdurarán en el futuro de sus estudiantes.
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