Ciudad de Guatemala, 18 ago (AGN).- Madre, te bendigo son los primeros versos del poema de Miguel Ángel Asturias Es el caso de hablar. Sí, es el caso de hablar del retorno al hogar.
Y eso refleja el respeto y la veneración que el premio nobel de literatura 1967 sentía por su madre. Es uno de esos poemas hermosos llenos de espíritu y esperanza. Y lo recordamos en el 125 aniversario del nacimiento y 50 de la partida definitiva del escritor.
Madre, te bendigo porque supiste hacer
de tu hijo un hombre real y enteramente humano.
Él triunfará en la vida. Se marcha y es el caso
de hablar de su regreso.
En estos versos, Asturias da gracias por haber sido formado como humano, como un ser útil y lleno de vida y de promesas. Y agrega que triunfará… pero ese triunfo no lo limita a dinero, posesiones, riquezas, fama o fortuna.
Luego, adelanta su retorno al hogar, como el del hijo pródigo.
Y luego le advierte a que su madre que no se engañe, porque talvez él no regrese lleno de riquezas materiales.
Advertencia porque podría confundirlo con otro hombre.
Madre, si mirando el camino se acongoja tu alma
y tras la tapia asoma entonces un caminante
que trae gran renombre, espada poderosa,
ceñidas armaduras, en la frente la palma
de la victoria, y gesto de sigamos adelante…
Una madre que espera, siempre, que aguarda el regreso del hijo. Así retrata Asturias otro posible momento de encuentro. Pero puede ser otro encuentro fallido lleno de desesperanza. Cuidado, madre, parece decir, puede que ese otro hombre lleno de poder y altivez no sea el hijo que tú criaste y educaste.
Madre, si aspirando el aroma de una flor
en un día de otoño gris y meditabundo
oyes que alguien te llama y te dice: ¡Señora,
allá por el camino viene un gran señor
del brazo de su amada, conoce todo el mundo…
¿Y qué tal si alguien viene a decirle a la madre de Asturias que él regresó casado y que conoce muchos países? Cuidado, madre, ese tampoco es el hijo que tú educaste.
Es alguien que ha
entrado descubierta la frente y herramienta en la mano,
levántate a su encuentro porque tienes derecho
de abrazar a tu hijo, de quien hiciste un hombre
que vuelve de la vida con el jornal ganado.
Y en esta última parte del
hermoso poema, ya es el caso de hablar del regreso del hijo real, del hijo pródigo. Asturias retrata a ese hijo como el hombre lleno de sabiduría y honradez.
Así, pide a su madre que salga a su encuentro, porque este sí es el hombre real que ella estaba esperando.
De las letras inmortales de Miguel Ángel Asturias presentamos esta pieza literaria poco conocida, pero que encierra un hondo significado humano.
Es el caso de hablar
Madre, te bendigo porque supiste hacer
de tu hijo un hombre real y enteramente humano.
Él triunfará en la vida. Se marcha y es el caso
de hablar de su regreso. Cuando veas volver,
en un día de fiesta, un viador que en la mano
luzca preciosas joyas y haga notorios paso
y ademán —¿insolencia, dinero o buena suerte?—;
no salgas a su encuentro, puede no ser tu hijo.
Madre, si mirando el camino se acongoja tu alma
y tras la tapia asoma entonces un caminante
que trae gran renombre, espada poderosa,
ceñidas armaduras, en la frente la palma
de la victoria, y gesto de sigamos adelante,
por mucho que eso valga vale muy poca cosa
el poder de la espada, el oro y el renombre;
no salgas a su encuentro, puede no ser tu hijo.
Madre, si aspirando el aroma de una flor
en un día de otoño gris y meditabundo
oyes que alguien te llama y te dice: ¡Señora,
allá por el camino viene un gran señor
del brazo de su amada, conoce todo el mundo,
en la pupila clara trae la mar que añora
y en su copa de mieles un sabor de aventura!;
no salgas a su encuentro, puede no ser tu hijo.
Madre, si en el invierno, después de haber cenado,
estás junto al bracero pensando con desgano,
oídos a la lluvia que cae sobre el techo,
y en eso, puerta y viento… Es alguien que ha
entrado descubierta la frente y herramienta en la mano,
levántate a su encuentro porque tienes derecho
de abrazar a tu hijo, de quien hiciste un hombre
que vuelve de la vida con el jornal ganado.
Y así espera también con ansias Guatemala el retorno de los restos del hijo que se fue.
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