Ciudad de Guatemala, 7 jul (AGN). ¡La trenza, sí, la trenza, córtesela!, le diría Miguel Ángel Asturias a sor Elvira de San Francisco en su leyenda El Cadejo.
Esta leyenda forma parte del libro inmortal Leyendas de Guatemala, publicado en 1930 por el premio nobel de literatura 1967. A 125 años de su natalicio y 25 de su partida definitiva, lo recordamos en este Año de Miguel Ángel Asturias (2024-2025).
La Leyenda del Cadejo evoca imágenes de esqueletos, narra las peripecias de madre Elvira de San Francisco. Esa monja que debe cortarse la trenza emponzoñada de su cabello.
Porque la trenza atrae maliciosamente a los hombres y los convierte en reptiles.
Como en la leyenda de El Sombrerón, Asturias siempre utiliza un objeto de uso cotidiano para representar a Satanás que tienta, alienta y vuelve a tentar.
La Camareta Vocal Municipal, brindó un toque de melodia y música con su interpretación al finalizar el primer día de la #Filgua2024.
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Las Catalinas
Asturias utiliza un lugar real, el convento de las Catalinas, en Antigua Guatemala:
Madre Elvira de San Francisco, prelada del monasterio de Santa Catalina, sería con el tiempo la novicia que recortaba las hostias…
Y agrega con magistral realismo mágico:
Y el olor acompañaba a las imágenes. El cielo olía a cielo, el niño a niño, el campo a campo, el carro a heno, el caballo a rosal viejo, el hombre a santo, las pilas a sombras, las sombras a reposo dominical y el reposo del Señor a ropa limpia…
Y representa la escena de la monja, que absorta en recortar hostias recibe el golpe del maligno en su trenza, la cual deberá cortar porque se retuerce y le quema:
—¡Niña, niña! —entró dando voces— ¡le cortarán la trenza, le cortarán la trenza, le cortarán la trenza!…
Y al caer la trenza al suelo, revolcándose en hojarasca de hostias, ya no era trenza:
El demonio había pasado como un soplo por la trenza que, al extinguirse la llama de la vela, cayó en piso inerte.
Y a la medianoche, convertido en un animal largo —dos veces un carnero por luna llena, del tamaño de un sauce llorón por la luna nueva— con cascos de cabro, orejas de conejo y cara de murciélago, el hombre-adormidera arrastró al infierno la trenza negra de la novicia que con el tiempo sería madre Elvira de San Francisco —así nace el Cadejo— mientras ella soñaba entre sonrisas de ángeles, arrodillada en su celda, con la azucena y el cordero místico.
El Cadejo, representado por la pluma magistral de Asturias, también forma parte de los espantos populares. De hecho, según la tradición popular, tiene los ojos como brasas, parece un perro… y su presencia aterra.
Como parte de su tesis de doctorado Cossich intenta volver a representar los lienzos que han servido para registrar la historia de las culturas antiguas de Guatemala, que según sus palabras antes eran los libros de la época. pic.twitter.com/9DY6zlaqC3
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Apreciación literaria
Según la editorial Flacso, Leyendas de Guatemala reúne estos elementos únicos en la literatura universal:
Obra inclasificable y pionera del realismo mágico, escrita en formas magníficas cercanas a la oralidad con elementos indígenas y coloniales. Las narraciones son poemas en prosa, vanguardia, cada palabra, cada aroma y sabor permite realizar esta travesía a la vieja, mágica y ficticia Guatemala, tan real en el recuerdo.
El estilo es tan surreal e intrincado que en ocasiones se vuelve difícil de entender debido a sus referencias mitológicas, geográficas e históricas; no obstante, su tono poético extasía en cada párrafo. Y es que en este universo ancestral y mestizo abundan los juegos de palabras, las onomatopeyas, los análisis metafísicos, espirituales y literarios. Una obra maestra, una exploración a los rincones más secretos y bellos del cosmos centroamericano.
Y es que las leyendas de Asturias se degustan, se paladean… no solo se leen.
¿Qué hay de atrayente, deliciosamente atrayente en los libros de este personaje guatemalteco?
Pues, el realismo mágico. Ese que inspiró a otros como García Márquez, quien supo darle su toque personal y también único.
Revive el discurso de Francisco Pérez de Antón durante la inauguración de #Filgua2024.
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La jitanjáfora de Asturias es otro elemento mezcla de onomatopeya -sonido de sonidos-.
Es un enunciado lingüístico hecho de palabras o expresiones que en su mayor parte son inventadas y carecen de significado en sí mismas.
En una obra literaria, su función poética radica en sus valores fónicos, que pueden cobrar sentido en relación con el texto en su conjunto (los chirridos de las bisagras, por ejemplo).
Esa figura difícil de leer y de absorber forma parte de todo el legado literario de Asturias. Pero cuando sus obras se llevan al teatro, entonces cobran vida los sonidos y las onomatopeyas, magistralmente presentadas.
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