Ciudad de Guatemala, 29 may (AGN).– En las montañas de Huehuetenango, entre los municipios de Tectitán y Cuilco, sobrevive un idioma ancestral que guarda la esencia de un pueblo: el tektiteko. Aunque su presencia se extiende también a algunas regiones de Chiapas, México, su uso se ha visto reducido con el paso del tiempo, lo que lo convierte en uno de los idiomas mayas más amenazados en la actualidad.
Nombrar a los seres queridos en tektiteko va más allá de una simple traducción; es una manera de mantener viva una cultura milenaria. En este idioma, por ejemplo, la madre se nombra como Nan, y el padre como Tat. Cada término familiar tiene una resonancia profunda que conecta a los hablantes con su identidad y sus raíces.
Vínculos familiares que preservan la lengua
Para quienes aprenden o enseñan el idioma, conocer los términos familiares es fundamental.
- abuela es B’ixhon
- nieto es B’etx’el
- hermana se dice Tanab’
- hermano Witzik.
- ahijado se conoce como Xhchele’
- ahijada como Ky’ewla’l
- cuñado se dice B’aluk
- cuñada Wixna
Un idioma vivo gracias al esfuerzo comunitario
A pesar del riesgo de desaparición, hay señales de esperanza. Las nuevas generaciones en Tectitlán han demostrado un compromiso creciente por aprender y enseñar el idioma. A través de iniciativas educativas y el trabajo de la Academia de Lenguas Mayas de Guatemala, el tektiteko se encuentra en el grupo de idiomas estandarizados y protegidos.
El propio nombre del pueblo tektiteko en su lengua, B‘a‘aj, que significa se fueron, recuerda la historia de desplazamiento que vivieron tras la invasión española. Aquel episodio forzó a muchos a dejar su tierra natal, lo que impactó directamente en la continuidad de su idioma. Hoy, rescatar ese legado es una forma de resistencia cultural.
Llamado a conservar la herencia maya
Nombrar a los hijos como K’ajol (si es hijo de un hombre) o usar Kyal para referirse a los hijos en general, es una acción que puede parecer pequeña, pero representa un acto de afirmación cultural. Cada término aprendido y compartido es un paso más hacia la revitalización del tektiteko.
El idioma tektiteko no es solo un medio de comunicación, es un vehículo de memoria, identidad y resistencia. Protegerla implica hablarlo, enseñarlo y valorarlo, especialmente a través de palabras tan significativas como los nombres de los miembros de la familia. Porque en cada Nan o Tat se escucha la voz de un pueblo que, pese al tiempo y las adversidades, sigue diciendo: aquí estamos.
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