Ciudad de Guatemala, 28 may (AGN).– Antonio Fernando Arenales Forno es una de las figuras más relevantes en el ámbito jurídico y político de Guatemala.
Nacido el 18 de mayo de 1951, obtuvo su licenciatura en Derecho en la Universidad de Navarra, España, y desde entonces ha dedicado su vida profesional al servicio público y a la política, con una destacada participación en el Organismo Judicial como oficial, secretario y juez.
Su nombre está ligado directamente a momentos cruciales de la historia democrática del país, como su rol en la Asamblea Nacional Constituyente de 1985.
Durante esa etapa fundacional, Arenales Forno fue uno de los actores clave en la creación de la actual Constitución Política de la República de Guatemala en representación del partido Unión del Centro Nacional (UCN) y trabajó activamente para lograr consensos entre fuerzas políticas divididas.
A lo largo de su carrera también fue diputado por el partido Valor en varias legislaturas, presidió la Comisión de Derechos Humanos del Congreso y fue embajador de Guatemala en Uruguay.
Durante el gobierno de Otto Pérez Molina (2012–2015) se desempeñó como secretario de la Paz y representante ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
Con motivo de los 40 años de la Constitución, conversamos con él sobre el contexto en el que se gestó, los retos que enfrentaron y las reformas que considera necesarias para el futuro del país.
Sobre alianzas políticas durante la Constituyente
¿Con qué fuerzas políticas se podrían hacer alianzas para impulsar dichos temas o propuestas?
La Constituyente quedó muy dividida y requería necesariamente consensos, y en eso mucho se le debe a Jorge Carpio y a UCN, porque había quienes, nosotros estábamos al centro del MLN y de la democracia cristiana, y había algunas personas que querían aislar al MLN y otras personas aisladas a la democracia cristiana y al PR, y UCN exigimos e impusimos que se hiciera una junta directiva integrada y que participaran todos en la elaboración de la Constituyente, y fue de UCN que propusimos la presidencia rotativa y el reparto de la junta directiva entre los tres partidos mayoritarios.
¿Se vivió un clima de confrontación, de distensión o de armonía entre las diversas fuerzas políticas?
Había mucha armonía porque había mucha voluntad de poner fin al enfrentamiento armado a través del establecimiento de un orden democrático constitucional. Desgraciadamente todavía tardó el proceso de pacificación del país, pero creo que fue un buen inicio, una buena Constituyente.
Según su criterio, ¿cuál fue el tema o temas que más se discutieron en la Asamblea Nacional Constituyente?
Todos. Primero, respecto a derechos humanos, pues teníamos la base constitucional y el ambiente internacional, la Carta de Naciones Unidas, todo lo que era necesario para fortalecer y consagrar los derechos humanos.
La parte más difícil es, claro, el establecimiento de la institucionalidad y de la forma de gobierno y de la forma de elección, y ahí es donde creo yo que hay necesidad de ajustes y de volver a hacer consensos, porque creo que la democracia que tenemos no ha logrado una verdadera representatividad en el Congreso y que hay necesidad de revisar y hacer ajustes puntuales.
Predomina el consenso
¿Considera que se escucharon y tomaron en cuenta las propuestas que hicieron los diversos sectores de la sociedad?
Sí, yo creo que todos recibimos a todos los sectores. Recibimos propuestas de todos los sectores, mantuvimos abierto un diálogo con sector académico, universidades, sector sindical, asamblea de la sociedad civil, todo lo que tenía representatividad los escuchamos y se discutió. Yo por eso creo que la Constitución es un producto bueno de un consenso nacional.
¿Considera que hubo presiones de los poderes fácticos (sector privado o militar) para abordar ciertos temas?
Nunca, creo que tuvimos una enorme libertad, que no hubo presión ni del Gobierno, de hecho, en el Ejército recibimos propuestas y las consensuamos a nivel de la directiva y a nivel de los partidos representados.
Los avances más significativos
¿Cuál considera el mayor avance en la temática constitucional en relación con las constituciones anteriores?
Para mí el mayor avance es establecer un esquema constitucional de un Estado democrático de derecho y por eso en la forma de gobierno, en la no reelección, en la intervención son los artículos irreformables.
Luego los artículos de derechos humanos que digamos son especialmente importantes. Se requiere una asamblea nacional constituyente, no se han reformado y en los artículos más de institucionalidad democrática y orgánico pues se requiere aprobación mayoritaria por el Congreso y consulta popular.
¿Considera que se necesitan reformas constitucionales? ¿De qué tipo o de qué temas?
Yo creo que hay necesidad de reformas constitucionales para hacer más funcional la parte orgánica de la Constitución, pero hay que consensuarlas.
Yo creo que es mejorable. Creo que es una buena constitución, que es una constitución funcional, que no une gente a hacer reformas, pero que puede mejorarse la parte orgánica.
La representatividad en el Congreso creo que puede reformarse.
Es decir, ¿cómo hacer que el Legislativo sea representativo de la población y de los sectores de poder real o fuerzas reales? Pues tal vez hay que analizar la posibilidad de un esquema bicameral con una cámara de representantes electa popularmente y que tenga la aprobación de la ley, pero una segunda cámara, un senado más integrado a la forma en que fue el Consejo de Estado, con los sectores organizados de la población, el sector académico, el sector privado, el sector sindical.
Creo que eso sería lo fundamental y más importante.
Tener un organismo más representativo que pueda producir más y legislar y mejorar la institucionalidad.
Mensaje a 40 años de la Constitución
Arenales reconoce la importancia que tiene esta carta magna, y al respecto mencionó:
Yo creo en su enorme importancia y lo que prueba que ha sido una buena constitución es el hecho de que estemos por cumplir 40 años con una constitución vigente y funcional. Tenemos un período largo e histórico de la primera constitución que fue aprobada por todas las fuerzas políticas y que ha perdurado.
La visión de Antonio Arenales Forno sobre la Constitución de 1985 deja claro que este documento es fruto de una época de transición, esperanza y compromiso político. Su experiencia resalta la importancia del diálogo, el consenso y la inclusión de todos los sectores para construir un sistema democrático sólido.
A 40 años de su promulgación, la Constitución sigue siendo un pilar fundamental de la institucionalidad guatemalteca, y voces como la suya invitan a reflexionar sobre los desafíos actuales y futuros, sin perder de vista los logros alcanzados.

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