Ciudad de Guatemala, 13 feb (AGN).- En la madrugada del lunes 10 de febrero, mientras la ciudad dormía, una llamada de emergencia alertó a los bomberos sobre un trágico accidente en la calzada La Paz. Francisco Sal, bombero voluntario de la Cuarta Compañía, fue el primero en llegar al lugar, sin imaginar que esa jornada marcaría su vida para siempre.
A las 4:25 a. m., Sal y su equipo recibieron la alerta. De inmediato, junto a cuatro compañeros, abordó la ambulancia y se dirigió al punto del siniestro. Lo que encontraron al llegar fue desgarrador: un autobús había caído bajo el puente Belice, sumergiéndose en las aguas negras del río Las Vacas. El acceso era complicado; para llegar hasta la unidad siniestrada, debieron caminar casi un kilómetro y descender alrededor de 280 gradas con el equipo de rescate a cuestas.
Se efectúa el rescate de la última persona fallecida que quedó atrapada entre los hierros retorcidos del Bus que cayó en el río, bajo el puente Belice. pic.twitter.com/2itKnuDOzi
— Bomberos Voluntarios (@BVoluntariosGT) February 10, 2025
Horas de lucha entre la vida y la muerte
El panorama era desolador. El autobús, parcialmente sumergido en el río, albergaba en su interior a decenas de pasajeros atrapados. Sin dudarlo, Francisco Sal se lanzó a las aguas negras para intentar salvar la mayor cantidad de vidas posible.
Sal mencionó:
Cuando inicié la labor de rescate, todavía estaba oscuro. Cuando nos dimos cuenta, ya había amanecido.
Fueron horas de angustia, en las que cada minuto contaba. Con gran esfuerzo, lograron sacar a los sobrevivientes del autobús y trasladarlos a un lugar seguro. En total, 6 personas fueron llevadas al Hospital General San Juan de Dios y 5 al IGSS, aunque 2 murieron tras su ingreso al primer nosocomio. En total, 54 perdieron la vida por el accidente.
Vidas que dejaron huella
Aunque Sal logró rescatar a varias personas con vida, muchas de ellas agonizaban. Cuatro casos quedaron grabados en su memoria, pero hubo uno que lo marcó especialmente: el de una enfermera que, con sus últimas fuerzas poco antes de fallecer, le pidió que cuidaran de sus hijos.
Sal recordó cada una de esas vidas que lucharon hasta el final.
Nuestra intención era clara: salvar todas las vidas que pudiéramos. Gracias a Dios, se logró rescatar a algunas.
El heroísmo de Francisco Sal y sus compañeros no pasó desapercibido, ya que el presidente Bernardo Arévalo visitó la Cuarta Compañía de Bomberos para agradecerles su labor.
El mandatario le dijo al bombero, al notar las múltiples distinciones que adornan su uniforme:
Veo que tiene muchos reconocimientos por actos heroicos que usted ha realizado.
No era la primera vez que Sal arriesgaba su vida en una misión de rescate. También participó en la tragedia del volcán de Fuego en 2018, en que demostró de igual manera su valentía y compromiso con la vida.
La mística de ser bombero
La labor de los equipos de rescate es un acto de entrega absoluta. Hombres y mujeres dispuestos a arriesgarlo todo por salvar a otros, sin importar el peligro. La historia de Francisco Sal es solo un reflejo del sacrificio diario de quienes integran estas brigadas de emergencia.
Su historia no solo inspira, sino que recuerda la importancia de aquellos que, muchas veces en el anonimato, dan la vida por los demás. Para ellos, el mayor reconocimiento no es una medalla ni un aplauso, sino el latido de un corazón que, gracias a su valentía, sigue con vida.
Lea también:
Qué hacer en caso de incidentes: lista de números de emergencia en Guatemala
lr/dc/dm