Ciudad de Guatemala, 15 ago (AGN).- Los poetas, cantores, juglares y compositores han elogiado la asunción de María con hermosas letras a lo largo de la historia.
Así, encontramos elogios dignos a una reina en la pluma de Lope de Vega, el gran poeta español del Siglo de Oro.
De una virgen hermosa
De una Virgen hermosa
celos tiene el sol,
porque vio en sus brazos
otro sol mayor.
Cuando del Oriente
salió el sol dorado,
y otro sol helado
miró tan ardiente,
quitó de la frente
la corona bella,
y a los pies de la estrella
su lumbre adoró,
porque vio en sus brazos
otro sol mayor.
«Hermosa María,
dice el sol vencido,
de vos ha nacido
el sol que podía
dar al mundo el día
que ha deseado».
Esto dijo humillado
a María el sol,
porque vio en sus brazos
otro sol mayor.
Un pieza literaria poco conocida
A la Virgen Asunta es un poema poco conocido en las creaciones marianas. Este destaca por su sencillez y versos bisílabos. Es una alabanza hermosa sobre la asunción de María, quien está por encima de la antigua Eva. María es ahora la nueva Eva que sube entre las nubes.
A la Virgen Asunta
¡Suave
Febe
Y Hebe
Ave!
¡Nave,
nieve
breve
llave!
¡Llueve,
breve
nube!
Eva
nueva
¡sube!
Alfonso Méndez Plancarte
Desde Brasil
Pedro Casaldáliga Pla fue un religioso, escritor y poeta español que permaneció gran parte de su vida en Brasil. Fue un defensor de los derechos de los menos favorecidos. Estuvo vinculado a la teología de la liberación. De él se destaca un poema a la virgen asunta.
Asunción
Plenitud de agosto,
vuelo de Asunción.
Bodega con mosto
de tu Corazón.
Rutas de Araguaia,
con mi pueblo en cruz.
Mi “seca” y tu playa:
la Paz de Jesús.
Lograda María,
llegada Asunción,
que reclama y guía
nuestra romería
de Liberación.
Y así se van desgranando los versos dedicados al misterio de la asunción. Muchos de estos son de autores anónimos, pero describen con maestría el momento preciso de la asunción.
En 1950, el papa Pío XII proclamó solemnemente el dogma de la Asunción de María. Esta es una creencia universal de la Iglesia desde los primeros siglos hasta nuestros días.
El elemento esencial de este dogma enseña que la Virgen María, al final de su vida en este mundo, fue llevada al cielo en cuerpo y alma.
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