Ciudad de Guatemala, 11 jun (AGN).- Para cerrar el segundo día del Congreso Regional de Seguridad Penitenciaria en Guatemala, Ronna Rísquez Sánchez, periodista investigadora venezolana, presentó una inquietante ponencia sobre cómo las cárceles pueden convertirse en centros de control del crimen organizado. Su estudio se centró en el infame Tren de Aragua, una organización criminal nacida en las cárceles venezolanas cuyas actividades ilícitas se han extendido a varios países de América Latina.
Inicia el segundo día del Congreso Regional Penitenciario en Guatemala, en el cual participan 12 países.
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— Lincy Rodriguez (@LincyRodriguezg) June 11, 2024
En este contexto, Rísquez mencionó:
Muchas veces se piensa que dejar a los criminales en la cárcel resolverá el problema del crimen. Sin embargo, las personas no se pudren en la cárcel; eventualmente salen. Y si no se toman medidas adecuadas durante su encarcelamiento, pueden salir más violentos y más organizados.
Este problema es especialmente crítico en América Latina, donde la situación penitenciaria es alarmante y las prisiones pueden convertirse en incubadoras del crimen organizado.
La toma de la prisión de Tocorón
Rísquez inició su presentación con un video de la toma de la prisión de Tocorón, en Venezuela, realizada el 20 de septiembre de 2023 por las autoridades venezolanas.
Ella mencionó:
El gobierno se mostró orgulloso de haber recuperado el control de una cárcel que era manejada por los propios presos, específicamente por la élite que lideraba el ‘Tren de Aragua’.
Sin embargo, días después, varias prisiones en Venezuela iniciaron una huelga de hambre, exigiendo mejoras en sus condiciones y avances en sus procesos judiciales, lo que sugiere que la toma de control no solucionó los problemas estructurales del sistema penitenciario venezolano.
Tocorón, la cárcel donde nació el Tren de Aragua, es un reflejo extremo de cómo los presos pueden convertir una prisión en una microciudad bajo su control. En esta prisión, los líderes criminales habían establecido diversas instalaciones como piscinas, canchas, restaurantes, gimnasios, y hasta una discoteca.
La discoteca Tokio era tan popular que incluso personas que no estaban presas asistían a las fiestas allí, relató Rísquez.
El líder del Tren de Aragua, Héctor Guerrero, conocido como Niño Guerrero, tenía su propia piscina privada y otras comodidades, lo que ilustra la desigualdad dentro de la prisión. Mientras algunos presos gozaban de lujos, la mayoría vivía en condiciones deplorables, sometidos y abusados por la élite criminal.
Expansión del crimen organizado
El Tren de Aragua no limitó sus actividades a las fronteras venezolanas. Según Rísquez, la organización se ha expandido a al menos nueve países de América Latina, diversificando sus actividades delictivas para incluir extorsión, tráfico de drogas, trata de personas, y más.
La diversificación de sus actividades les permite mantener múltiples fuentes de ingresos, lo que es una ventaja estratégica para ellos, explicó.
En Chile, por ejemplo, las autoridades han clasificado al Tren de Aragua como un grupo multipropósito debido a su amplia gama de actividades delictivas. Esta capacidad de adaptación y expansión ha convertido al Tren de Aragua en una de las organizaciones criminales más poderosas de la región.
Uno de los aspectos más inquietantes del Tren de Aragua es su capacidad para establecer una gobernanza criminal en las comunidades que controla. En barrios como San Vicente, en Venezuela, la organización dictaba las normas de convivencia, controlaba el color de las casas, las escuelas a las que debían asistir los niños, y hasta los servicios de salud.
En este contexto, Rísquez explicaba:
Durante la Navidad, ordenaban de qué color debían ser las luces de las casas.
Destacando el nivel de control y poder que ejercían sobre la comunidad..
La necesidad de reformas
La presentación de Rísquez concluyó con un llamado a la necesidad urgente de reformas en el sistema penitenciario de América Latina.
Es crucial implementar políticas que no solo controlen las prisiones, sino que también rehabiliten a los presos y los preparen para reintegrarse en la sociedad.
La periodista instó a los Gobiernos a adoptar medidas integrales que aborden tanto las condiciones de vida dentro de las prisiones como la reintegración de los exconvictos.
Si no se toman acciones adecuadas, seguiremos viendo cómo las cárceles se convierten en centros de poder criminal que perpetúan la violencia y el crimen organizado en nuestra región.
El caso del Tren de Aragua es un recordatorio escalofriante de las fallas del sistema penitenciario en América Latina y de la necesidad urgente de una reforma profunda y significativa.
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