Ciudad de Guatemala, 7 mar (AGN).- Bajo el cielo del anochecer en el centro de la capital guatemalteca, la vicepresidenta Karin Herrera se sumó a una ceremonia en el conocido como altar de las niñas en la Plaza de la Constitución.
Con la luz tenue de las velas y pétalos de rosas sobre una alfombra de pino, se hizo un acto en memoria de las niñas que fallecieron en el incendio en el Hogar Seguro Virgen de la Asunción. Las mujeres que participaron en el acto, con cantos de reclamos de justicia, solicitaron a Herrera su intermediación para proteger a las niñas, adolescentes y mujeres del país. Como respuesta, la Vicepresidenta indicó que se están haciendo los esfuerzos en el Ejecutivo para favorecer a este sector. Sin embargo, aclaró que existe independencia de poderes.
Nosotros daremos seguimiento en la parte que nos corresponde como Ejecutivo, porque hay varios organismos que somos independientes entre sí, y cada uno, esperaríamos, haga la parte que corresponde para que la justicia llegue a las familias.
Ante su presencia, las familias de las víctimas agradecieron y señalaron que es la primera vez que una autoridad de tan alto nivel se acerca al altar. Ante la apertura, solicitaron que no se destruya el altar y que se trabaje para mejorar las condiciones para la niñez y adolescencia.
Una ofrenda para las víctimas
Herrera tuvo participación en la colocación de velas en la ofrenda a las niñas. Tras escuchar las peticiones y recordar esta tragedia, señaló que nadie merece ese tipo de sufrimiento o muerte.
Yo creo que nadie se merece ese tipo de abuso, sin importar de dónde viene, su condición, ninguna persona. Sea hombre o mujer, se merece morir de esa manera y sufrir de esa manera.
La Vicepresidenta participó en este acto que ocurre en el marco del Día Internacional de la Mujer que también es fecha del aniversario de esta tragedia.
Sus familias (de las víctimas), comprendo todo el dolor, porque no es fácil de procesar una situación como esas y comprendo su lucha en búsqueda de la justicia.
Cada año, las madres y familiares de las víctimas acuden a la Plaza de la Constitución a reparar el altar de las niñas. En el lugar se observa un círculo hecho con cruces que representan a cada una de las niñas.
Sobre el caso
Siete años han pasado ya desde el fatídico incendio que cambió la vida de 56 niñas, acabando con la de 41 de ellas. Todo comenzó la noche del 7 de marzo del 2017, cuando menores de edad albergadas en el centro ubicado en San José Pinula escaparon por malos tratos. Horas después, todas las niñas habían sido encontradas y retornadas por fuerzas de seguridad y personal del hogar. Como consecuencia, las niñas estuvieron dentro de un mismo salón únicamente con colchonetas y sin derecho a salir. Con múltiples autoridades en el centro y con agentes policiales afuera de las puertas, las menores de edad habrían comenzado un incendio la madrugada del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, con la intención de que con el humo y el fuego las dejaran salir. Sin embargo, retrasos, malas decisiones y tardanza para abrir las puertas llevaron al desastre.
Como consecuencia, desde antes de que saliera el sol de ese miércoles, los vecinos despertaron con las sirenas de decenas de ambulancias que se dirigían al hogar seguro. Las menores de edad presentaban quemaduras severas en entre el 50 y 95 % del cuerpo, muchas de ellas murieron en el salón derivado de las altas temperaturas y el sofoco por el humo. Los padres de las menores de edad acudieron a las puertas con la incertidumbre y bajo el terror que ocasionaba cada vez que salían las camillas con una o varias niñas quemadas. Conforme el paso de las horas, el número de muertes pasó las 15, y con el paso de los días llegó hasta 41. Únicamente 15 menores de edad lograron sobrevivir del grupo de 56 y han sido parte fundamental de la búsqueda de justicia para ellas y para las que ya no están.
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