Redacción Ciencia, 24 jul (EFE).- Picar algo de comer entre horas es una costumbre cada vez más extendida. Un equipo de investigadores estudió si afecta a la salud y ha concluido que depende del tipo de alimentos y del momento. Es mejor no hacerlo a última hora de la noche.
Estos son los resultados provisionales de un estudio encabezado por el King’s College de Londres y presentado en Nutrition, la reunión anual de la Sociedad Estadounidense de Nutrición, que se celebra en Boston.
Los refrigerios representan entre el 20 y el 25 % de la ingesta de energía, según los autores del estudio, en el que participaron mil personas y el cual señala que la calidad del tentempié es más importante que su cantidad o frecuencia.
Según la coordinadora del estudio, Kate Bermingham, del King’s College de Londres:
Elegir tentempiés de alta calidad, que contengan cantidades significativas de nutrientes en relación con las calorías que aportan, en lugar de los muy procesados, es probablemente beneficioso.
Cada vez más popular
Picar entre comidas es cada vez más popular y más del 70 % de las personas afirman hacerlo al menos dos veces al día.
Así lo indicó la experta en un comunicado de la Sociedad Estadounidense de Nutrición:
El momento del día también es importante, ya que picar tarde por la noche es desfavorable para la salud.
El trabajo es parte del proyecto Zoe Predict. Consiste en un grupo de grandes estudios de investigación nutricional en profundidad diseñados para descubrir cómo y por qué las personas responden de manera diferente a los mismos alimentos.
Los investigadores examinaron la relación entre la cantidad, la calidad y el horario de los tentempiés con las grasas en sangre y los niveles de insulina. Estos últimos son indicadores de la salud cardiometabólica.
Impacto en la grasa e insulina en sangre
El análisis mostró que picar alimentos de mayor calidad se asociaba con mejores respuestas de la grasa y la insulina en sangre. Además, el consumo de tentempiés a última hora de la noche, lo que alarga las horas de comida y acorta el período de ayuno nocturno, se asociaba a niveles desfavorables de glucosa y lípidos en sangre.
No se observó ninguna relación entre la frecuencia de los tentempiés, las calorías consumidas y la cantidad de alimentos con ninguna de las medidas de salud analizadas.
En FAO promovemos y apoyamos la transformación hacia #SistemasAgroalimentarios más eficientes, inclusivos, resilientes y sostenibles en favor de las cuatro mejoras:
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✔️Mejor Vida. @RCastanedaFAO pic.twitter.com/Vyoh5wnKxh— FAO DOMINICANA (@faodominicana) July 24, 2023
Microbioma y la memoria
Otra investigación presentada al congreso sugiere que tomar probióticos podría ayudar a prevenir el deterioro de la memoria. Los resultados preliminares aún no se han publicado en una revista científica.
Los investigadores vieron que cuando los participantes del estudio con deterioro cognitivo leve recibieron el probiótico Lactobacillus rhamnosus GG (LGG) durante tres meses, sus puntajes cognitivos aumentaron.
Esta mejora cognitiva también se asoció con cambios en su microbioma intestinal.
La autora principal del estudio, Mashael Aljumaah, de la Universidad Estatal de Carolina del Norte, Estados Unidos, consideró:
Esto añade una nueva capa a nuestra comprensión de la conexión cerebro-intestino del microbioma y abre nuevas vías para combatir el deterioro cognitivo asociado al envejecimiento.
El estudio contó con 169 participantes de entre 52 y 75 años, que se dividieron en dos grupos en función de si no tenían problemas neurológicos o presentaban un deterioro cognitivo leve.
Dentro de cada grupo, los participantes recibieron el probiótico LGG. Investigaciones anteriores habían demostrado los posibles efectos beneficiosos de estos organismos en modelos animales, o un placebo durante tres meses.
Seguidamente, indicó Aljumaah:
Muchos estudios se centran en formas graves de enfermedades cognitivas como el alzhéimer y la demencia, lo que las hace mucho más difíciles de revertir o tratar.
Sin embargo, el equipo estudió el deterioro cognitivo leve, que puede incluir problemas de memoria, lenguaje o juicio. Es una fase en la que las intervenciones podrían ralentizar o prevenir la progresión a formas más graves de demencia. EFE
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